Quiero que veas

En el restaurante

Estaba leyendo un libro, cuando mi celular comienza a sonar indicando una llamada.

Guille. Contesté.

-¿Sí?

-Eh, Noe, ¿querés venir al centro, así comemos algo?

-Okaa.

Rato más tarde, voy a la plaza. Lo que veo.

Mi amiga Eugenia con su "novio", sí, tiene novio. Tiene 13 años. No preguntes.

Abrazados. Demaciado dulce empalagoso, dah.

A mi derecha, Guille corriendo con Ana. Las saludo, los saludo.

Después de un rato, dejamos solos a los tórtolos y nos dirigimos al frente de la plaza.

Ana se saca una foto para subir algo al nuevo Instagram.

Después, ¿qué pasó?

Nos fuimos al parque, qué queda a una cuadra de la plaza. Y ahí llegó el "novio" de la rubia (Ana).

Euge, acompañó a Guille a buscar unas cosas. Yo me digné a seguirlas porque el ambiente romántico de la otra pareja era demaciado empalagoso, no me gusta eso, además la rubia es mí amiga, y ese pendejo de 14 años no tiene derecho a ni mirarla siquiera. Faaa re celosa yo.

Cantando por las calles vacías a las 10.30 de la noche. Bien.

Llegamos a la librería, y allí se encontraban los tórtolos x2 (ahr).

Después de su larga despedida de besos, qué mágicamente fue interrumpida por tres maravillosas adolescentes hambrientas. Nosotras, claro.

¡Al fin!

Entramos al resto y esperamos por más o menos... Una hora, para que nos traigan la jodida pizza.

Uhhh. Música. Guille. Baila. Canta.

Comímos al fin la pizza.

Guille trató de servirse una porción, la cual estaba unida al otro trozo. La cortó e intentó depositarla en su plato. Intento fallido.

La pizza se le dio vuelta. Jaja.

Pasado un rato, cuando todas terminamos de comer. A Guille se le cae el cuchillo al piso.

Ella creyó que lo tenía en el bolsillo, porque no se le cayó específicamente de la mesa.

Cree que hay fantasmas.

-Boluda, qué hay fantasmas acá... ¿De dónde cayó? -Pregunta la pelicastaña, mirando hacia la mesa de al lado.

El local estaba casi en su totalidad, vacío. Eran casi las 1:00 am.

Guille mientras tanto, cantaba; bailaba; me hacía reír...

Directamente, no pude comer tranquila, ya que la susodicha me hacía reír con sus muecas raras. Uff, enserio tenés que tener buenos ovarios para soportar a ésta idiota.

Fuimos directamente a la casa de Eugenia. Bueno, antes compramos un chocolate. Eran como las 03.00 de la mañana.

Nos íbamos a quedar a dormir allí.