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Para la mañana me había despertado demasiado temprano, de hecho hasta me siento raro porque no es normal en mi madrugar, lo que primero hago es sentarme en mi cama y mirar a mis rodillas, estoy en esa posición por un buen tiempo, de repente el celular vibra pues es una llamada de muchas de Alex, para ser exactos la quinceava llamada, dejo que pase y tomo mi celular lo reviso y me doy cuenta de las 15 llamadas perdidas, veo la lista y la llamada anterior a esta última era a las 6:50 y al antepenúltima a las 00:17.

Mi corazón se paralizo en seco y mi cerebro comenzó a procesar las cosas de manera inmediata, aunque es descabellada la metáfora así me sentía en esos momentos, totalmente en desequilibrio con la vida y conmigo mismo, lo que primero que se me ocurrió fue devolverle la llamada pero que le podía decir, que le podía responder cuando me preguntara sobre el tema, que haría... la otra opción era solo escribirle con un "Hola" pero eso sería demasiado frío y simple, finalmente la más torpe y descabellada idea ignorarla por completo.

Después de pensarlo una y otra vez, mi cabeza estaba dando vueltas sin control, las palabras y escenas cruzaban por al frente mío mientras iban y venían, de repente todo esto se detuvo al momento que la alarma de mi celular comenzó a sonar, deje que pasara un tiempo para apagarla, me levante camine hasta el baño y lo primero que note al entrar, era mi cara totalmente llena de sudor como si huera competido en una carrera de atletismo, de inmediato tome una ducha súper rápida, me cambie y baje como loco a desayunar, cuando llegue a la mesa mi padre estaba comiendo por lo cual aún era temprano pues no es usual que comamos al mismo tiempo así que disimulo la prisa y tomo asiento.

-Buenos dias Santi

-Buenos días mamá

-Y muchacho que tal dormiste

-Pues bien...

-Veo que tomaste una ducha

-Bueno, es que hoy desperté un poco dormido

-jaja, y dices que la noche estaba bien

-Carlos por dios-le reprocha mi madre

-jaja, tranquila mujer jaja

-Bon appétit

-Gracias ma

-Gracias amor

Después de un desayuno esquicito, subo a preparar la mochila y alistarme, mientras me cepillaba los dientes vuelve a mi memoria el error o estupidez, no sé ni cómo llamarlo, de ayer y me vuelvo a preocupar, cuando salgo del baño reviso mi celular que estaba sobre la cama aun desarreglada, pero para mi suerte no había pasado nada de nuevo solo mensajes de los grupos de amigos y nada más, tomo mi mochila y desciendo las gradas me despido de mamá y papá y salgo de la casa, espero en el pórtico hasta que llegue el autobús pero al mismo tiempo no quería que llegase, no por el hecho de que no quiero ir a clase si no porque en el mismo autobús viaja Alex, aunque ahora que lo pienso bien no quiero ir a clases, cuando quiero dar un paso atrás para cumplir con lo dicho el autobús arribo y el chofer ya comenzó a tocar el claxon no tuve otra opción, así que emprendí una pequeña carrerilla desde mi pórtico hasta él, cuando ya subí comencé a buscar asientos que estén libres junto a otras personas y para mi mala suerte el único asiento así, era junto con Paul, no sé qué es peor, si sentarte junto con el lame-botas o con la persona que te gusta pero tienes miedo a que ella te cachete o te diga que no siente lo mismo por ti o que simplemente te rompa el corazón, me tomo un tiempo en tomar la decisión hasta que el mismo Paul me dirigió la palabra,

-¿Qué, acaso hoy no viene tu novia?

-¿Perdon?

-Sí, ¿acaso hoy Alexandra no vendrá y por eso quieres sentarte conmigo?

Ocaso al despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora