¡¿Qué?!
- Espera, espera, espera, ¿qué?—Pregunte confundida. Seguramente no escuche bien.
- Hija, no quiero que te sientas presionada. No sé como lo descubriste o que te llevó a estar de acuerdo, pero...
- ¿Que Max y yo, ¡qué!?— Repetí impaciente por la respuesta.
- Pensé que lo sabías...
- Creí saber. ¡Ya no estoy tan segura! ¿Están de broma?
- ¡No! Hija, no entiendo.
- ¡Pues yo tampoco!
- Entonces...— comenzó el señor Walton, inquietante— ¿Tú, en realidad no sabías nada?
- ¡No! Haber regresemos la cinta, ¿esto es una broma?— Mis ojos pasaban de uno a otro pero nadie sabía que decir o tal vez no se animaban a hablar, así que continué— ¿Cómo que casarme? ¡Tengo catorce! ¿Y con ese chico?— Señalé a Max sin poder captar la idea todavía.
Me sorprendía que él no dijera nada y que al contrario se mostrara tan tranquilo. Es decir, ¿Cuantos años tiene? ¿Diecisiete? Estamos en siglo XXI. ¿Quién en este mundo esta tan dañado para querer casarse a los diecisiete?
Sin poder asimilarlo aún, me detuve un segundo en sus ojos. No estaban sorprendidos, tranquilos, alarmados, ni nada. Más bien se encontraban... ¿Divertidos? Esto era demasiado irreal y necesitaba más información.
—¡¿Nadie dirá nada?!
- Alina...— Me nombró mi abuela haciendo que me volviera hacia ella.— Esta es una muy larga historia y no es, ni el lugar, ni el momento adecuado para contártela. Solo te pido que mantengas tu cabeza fría y que no hagas conclusiones apresuradas. No te obligaremos a nada, cariño, pero tal vez después de explicarte podrías llegar a considerarlo...
Iba a negarme rotundamente, cuando una de mis tías apareció llamandó a la abuela.
- ¿Mamá? ¡Ah! ¡Por fin te encuentro! Afuera te han estado buscando... Lo lamento, ¿Interrumpo?
- No, Ángela. Para nada.—Contestó la abuela de lo más normal.— ¿Vamos?— Preguntó hacia los presentes, aunque se dirigía a mi en especial. Todos me miraban atentos a excepción de mi tía, quien sólo miraba la escena confundida.
- Creo que iré a decirles que vas en camino madre... pero no tardes, por favor.— Echo una última mirada por el rabillo del ojo y con desconfianza sabiendo que pasaba algo, salió de la cocina hacia donde se encontraban los invitados.
Pude sentir la mano de mi abuela en el hombro pero yo no podía decir o hacer nada.
Tenía la vista perdida, sólo era capaz de sentir sus miradas en mí todavía. ¿Qué debía hacer? ¿Salir y hacer como si nada estuviera pasando? No, no podía. Necesitaba un poco de aire fresco, a solas. Sin pensarlo dos veces, pase de largo hacia la dirección opuesta para salir al porche, pero mi madre me detuvo en el intento sosteniendome del brazo.
- Déjala, Helena.— Escuche decir a mi abuela— Necesita estar sola.
Agradecí mentalmente a mi abuela, notando como el agarre en mi brazo cesaba y aproveche para salir sin siquiera decir palabra o dedicar una última mirada a nadie.
¿Pero qué diablos?
*************
La noche se encontraba estrellada y eso me daba un tremendo consuelo. Sentada en los escalones del porche escuchaba la pieza que el grupo tocaba del otro lado. No sabría decir cuál era el nombre de la melodía, pero inconscientemente comencé a tararearla.
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¿Quien se casa a los 17?
Storie d'amoreSólo hay dos razones para que una chica se case a los diescisiete: o tiene una vida demasiado miserable, o esta embarazada. Sin embargo, Lina no se casaba por ninguna de las dos razones... Alina Álvarez era una chica ordinaria en toda la extensión...