Ámbar

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Me levanté de la cama a la mitad de la noche. El ambiente estaba frío. Más bien, yo tenía frío en ese momento. Todo estaba en silencio, bueno, a excepción del cuarto de al lado, donde Aya compartía habitacion con Seiko y se quedaban hablando a altas horas de la noche. Sin embargo, después de unos minutos la casa entera se quedó en silencio. Tétrico y tranquilizador silencio.
Fui al baño de mi habitación lentamente, respirando profundamente.
¿Recuerdan mi misterioso tatuaje?
Hoy me dolía, y era una sensación extraña, picaba mucho y ardía, como si me hubiera estado rascando por un buen rato. Me saqué el camisón y me metí a la ducha, aunque fuera agua fría.
Tenía un nudo en el estómago, tenía las manos sudorosas y un sentimiento de estar perdida, de no estar en el lugar indicado.
Me quedé sentada ahí un buen rato, sin saber que hacer al respecto.
Quise volver a la cama, y realmente iba a hacerlo hasta que una imagen en el espejo llamó mi atención.
La media luna de mi abdomen, comenzaba a tener unas pequeñas rayas dentro de ella, y a los lados de ella. Parecían rasguños pero no, los rasguños no te dejan marcas negras en la piel.
-Ah... Que...horror...- Dije sacudiendome el cabello.
Al volver a mi habitación, alguien ya me esperaba.
-Hola querida.-Dijo esa repugnante sonrisa de colmillos perlados.
Instintivamente retrocedí unos pasos, cubriendo mi cuerpo con una toalla rápidamente.
-T,t,t,t,tu... Que haces aquí?
La silueta se levantó, dejando caer su cabello al suelo y haciendo resonar sus pasos por todo mi cuarto, cuando se aproximaba a mi.
-Puedo venir aquí las veces que se me de la gana, por algo es mío.
Seguí dando pasitos hacia atrás, hasta que la pared tocó mi espalda desnuda.
-¿Por que no me dejas en paz?
Traté de alejarlo, lo empujé varias veces, pero el no se movía.
-Quiero que vuelvas, y no por el estúpido tratado de Levine, quiero que vuelvas enserio.
-¿Para qué?
-Serias una gran esposa...
-Eres un estúpido!
No sé como, pero metió una mano por mi espalda y me abrazó por la cintura. Inmediatamente forcejee para soltarme, pero con un movimiento de sus dedos sobre mi columna logró dejarme en un estado de adormilamiento.
Vi sus ojos color ámbar brillar con malicia, mientras aproximaba sus labios a mi cuello, aunque... Se quedó estático en mi oído. Su piel fría se pegó a mis mejillas, y después de esto, me cargó en sus brazos y me recostó sobre la cama, se puso sobre mi y se quedó mirando mis ojos, y centró su atención en dos pequeñas marcas azules en mi cuello.
-Me encantaría volver a probarte...
Bajó sus labios a mi cuello y besaron las marcas, mientras que con su mano quitaba lentamente la toalla de mi, yendo directamente al tatuaje de mi abdomen.
Volvió a subir hasta mi oído.
-No hagas nada imprudente... Katherine, te estaré vigilando, aquí o allá...

Y él se esfumó con la brisa nocturna, y yo caí en un sueño profundo.

KatherynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora