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Su cabeza había dado miles de vueltas y ella misma había visto como su papi ordenaba sus cosas para poder marcharse al día siguiente. Sentía un hueco en el pecho, como si algo dentro de ella estuviera mal. Se estaba desmoronando por dentro mientras estaba entre sus brazos. Su alma iba abandonando su cuerpo a medida en la que ella seguía estando sentada en su regazo, sin decir ni una sola palabra. Un jadeo escapo de sus labios cuando su papi acaricio sus labios enviándole sensaciones exquisitas, su mano viajo hasta su cuello donde presiono con delicadeza haciéndola gemir débilmente. Estaba robando todo de ella, y ella estaba de acuerdo, quería que él lo obtenga todo y quede sastifecho.

"No me gusto para nada que salieras corriendo de la casa y mucho menos en ropa interior" sus labios estaban tan cerca a los de ella que podía percibir los deseosos que estos estaban y sin pensarlo dos veces sujeto su cuello con fuerza para devorar sus labios como si el mundo de acabara. El beso fue correspondido al instante. Los amantes demostraban su amor con besos llenos de lujuria y pasión. Las cosas que Diane sentía por él eran indescriptibles, él la hacia sentir como si fuera una niña pequeña. La volvía loca y salvaje. El beso fue roto por él, quien la tomo con fuerza de la mandíbula y la alejo de su rostro, dejándola deseosa de seguir probando de sus labios. "Papi va a castigarte tan jodidamente mal"

Como se tratase de algún animal, Diane bajo de las piernas de su papi y se dispuso a gatear hacia algún lugar de la habitación. Escucho los pasos de su papi detrás de ella y un gruñido por parte de él que hizo que sus piernas flaquearan. Las grandes manos de su papi sostuvieron con fuerza su cintura, cargándola para dejarla sobre la gran cama matrimonial.

"No, bebé, acabas de empeorar las cosas" chasqueo la lengua y sin previo aviso quito la ropa interior del pequeño cuerpo de Diane de un solo tiro. El sonido de el cinturón que sujetaba sus pantalones elegantes la hicieron estremecerse. No podía ser posible. Su mente empezó a maquinar por si sola, hacienda temer de él.

Un ardor invadió su espalda y chillo cuando sintió el cinturón caer en esta por segunda vez. Sus mejillas empezaron a mojarse por las lágrimas y sus labios a arder de tanto morderlos. Hundió sus dedos en las sabanas cuando su papi hundió dos de sus dedos en ella. Dolía. Como el maldito infierno. Su cuerpo estaba tenso, temía que si se movía el dolor aumentaría y se desfallecería allí mismo.

"Papi, por favor" sollozo al recibir el sexto azote con aquel cinturón de cuero que dejaba irritada su piel. "Por favor"

Así le haya rogado por que se detuviera, Calum seguía arremetiendo en su interior con fiereza y sin pudor alguno. Los azotes se volvían más fuertes y los sollozos de Diane se convirtieron en llanto puro. Inundando la habitación de los sonidos grotescos de los dedos de Calum contra ella y los gritos de dolor de Diane. Se alejo de ella y se dejo caer al suelo empuñando el cinturón en su mano derecha. Se había pasado, respiro pesadamente al ver a la niña estremecerse de dolor en las sabanas. ¿En que rayos había estado pensando? Era sólo una niña, y verla allí le partía el corazón y lo hacia sentir la bestia más horrible de todo el planeta. Imágenes de la prisión invadieron su mente, recordó aquellos hombres que estaban en ese lugar por abusar de menores de edad y temió por el mismo.

No quería volver allí.

No volvería allí.

Tiro el cinturón a algún lugar de la habitación y se acostó al lado de Diane, abrazándola por la cintura y dejando besos en su espalda que estaba llena de marcas. Ella sólo lo abrazo y siguió sollozando en su pecho, me había dolido, pero a pesar de todo el dolor que le había causado lo seguía amando.

"Te amo mucho más que esas perras de antes" murmuró dejando un beso en su mejilla.

El mayor soltó una carcajada al oírla decir semejante barbaridad y pensó en cuanto la extrañaría en su viaje. La beso como si esa fuera la última vez que se vieran y quizá así seria, porque ni él ni ella tenían la vida comprada. Estuvieron así por unas horas que parecieron segundos porque Michael no tardo en llamar para avisarle que ya debía ir saliendo.

"Debo irme, princesa" su corazón casi se sale por su boca cuando escuchó esas palabras. Se limitó a asentir y cubrirse con las sabanas. Esperaría tranquila y paciente, estaba dispuesta a eso, solo por él. "Promete que recordarás que eres mía" asintió una vez más y se desfalleció cuando lo vio cruzar la puerta e irse.



box ♡ calum hoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora