Capítulo 3

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Regresé a casa luego del almuerzo con mis padres, al entrar el silencio inundó mis oídos, eso sólo significaba que Sam no había llegado aún. Revise mi teléfono esperando tener mensajes, pero nada.

Entonces me dirigí hacia la cocina en busca de alguna fruta o algún jugo al menos, busqué un vaso en el estante de madera que está al lado de la nevera, pero entonces cuando estaba de espaldas a la puerta de entrada de la cocina mientras me colocaba sobre mis dedos para poder alcanzar el estante una voz hizo que me sobresaltara.

-¿Necesitas ayuda? –Preguntó cerca de mi nuca, haciendo que se me erizaran los vellos.

Por un segundo me quedé helada, mientras escuchaba su voz, pensé que no lo vería de nuevo o por lo menos no después de lo que me hizo cuando le di la noticia.

-¿Qué haces aquí? Matthew –Me giré para poder mirarlo a los ojos.

Lo que me pregunto es como pudo entrar a la casa, él no tiene llaves y Sam no estaba aquí desde temprano.

-Quiero disculparme –Podía ver sus ojos, pero no podía saber si había sinceridad en ellos, ni una pizca.

-Me dejas tirada en medio de una carretera, luego de haberte dicho que estoy embarazada y apareces así sin más sólo para pedirme una disculpa que ni sé son sinceras –Las palabras salieron de mi boca una tras otra sin siquiera haberlas pensado- Déjame ver –Dije llevándome una mano al mentón- No quiero tus disculpas –Hice una pequeña pausa- Y si viniste sólo por eso, sabes dónde está la puerta –Señalé detrás de él.

Pero entonces cuando estaba por bajar mi brazo luego de señalar la puerta, él lo agarró haciendo que me acercara a él y haciéndome perder en sus hermosos ojos, si algo sabía él es que era mi debilidad tenerlo tan cerca, que me perdía con tan sólo poder oler su perfume tan masculino, que me perdía en sus ojos y que me era inevitable no querer devorarle los labios.

Lo mire por unos instantes a los ojos y entonces su penetrante mirada me atrapó por unos segundos, bajé la mirada a sus carnosos labios, inconscientemente me mordí mis labios y entonces lo sentí más cerca de mí, de mis labios, su cálido aliento chocaba contra mi cara.

-¿Ahora si quieres mis disculpas? –Preguntó de forma picara contra mis labios.

-Ahorita quiero todo de ti –Tragué saliva, mientras tenía mis labios entreabiertos esperando que por fin el beso que tanto deseaba por fin llegara.

Entonces por fin pasó.

Colocó sus grandes manos en mi cuello para acercarme más a él, rozamos un poco nuestras narices y luego por fin juntamos nuestros labios en un maravilloso beso. Si de algo siempre estuve segura es que nuestros labios encajaban perfectamente, movía su lengua de una manera mágica, haciendo estremecer cada parte de mi cuerpo, retrocedí un poco hasta que choque con el mesón de la cocina, con ayuda de Matt me subí a este, él estaba entre mis piernas y yo coloqué entrelace mis dedos mientras lo agarré del cuello para acercarlo más a mí, él bajó sus manos de mi cuello hasta mis muslos para apretarlo en diferente oportunidades, sin separarnos ni un segundo del beso.

 Abrí un poco mis ojos para buscar los botones de su camisa, solté una mano de mi amarré para comenzar a desabrocharla, entonces él colocó una de sus manos en mis rodillas y comenzó a subirla lentamente hasta apoyarla de nuevo en mis muslos y volver a apretarlos, mientras yo seguía tratando de desabrochar su camisa, bajé lentamente del mesón para terminar de quitarles los últimos botones.

Nos separamos un poco en busca de aire, pude observar sus labios, rojos e hinchados luego de aquel beso, entonces Matt volvió a tomar mis labios sin previo aviso, comenzó a devorarlos como sólo él sabía hacerlo, a medida que se iba profundizando el beso yo comencé a quitarle la correa del pantalón, él por su parte me quitó el vestido largo que llevaba puesto esa tarde, y yo sin dificultad alguna terminé de quitarle el pantalón, los dos en ropa interior, en la cocina de mi casa, a punto de hacer una vez más lo que nos sale mejor a ambos, tener sexo.

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