YoungJae.

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Este es un capítulo algo especial y aunque no suelo pedir este tipo de cosas me gustaría que comentaran que les pareció; les pido ese favor con mucha humildad. Gracias.

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— Estas diferente.

Exclamó su padre quien había llegado a verle desde hace varías semanas, ladeó un poco su cabeza sin comprender lo que su progenitor decía.

—Me recuerdas cuando eras un pequeño: nuevamente con tu actitud evasiva; esa que tenías cuando no querías que me diera cuenta de que estabas triste, esa misma que tenías cuando el aniversario de fallecimiento de tu madre llegaba e intentabas levantarme el animo a mi cuando se supone que tuve que haber sido yo quien te proporcionaba consuelo.

Un largo suspiro escapó de sus labios mientras mordía un poco su labio inferior, una pequeña costumbre que había perdido a través de los años pero que ahora parecía volver a tener.

— Esa misma habilidad que tienes para parecer que todo está bien en tu vida; esa perfecta mascara que llevas para que JaeBum no se dé cuenta de que le amas, porque cada vez que vamos y visitamos a los Im lo miras como yo miraba a tu madre, con ese brillo especial y tan único que ya no se ve en estos días y que afortunadamente he visto en tres personas. En ti, en JinYoung y JaeBum.

Murmuró el hombre acercándose al menor pasando sus brazos al rededor de su hijo brindadole protección. YoungJae cerró sus ojos con fuerza dejándose llevar por el cálido abrazo de su padre.

— Y esa frustración que hay en tu cuerpo porque quieres odiar a JinYoung por haberte robado a JaeBum pero no puedes hacerlo porque él no es una mala persona y porque sabes que no te robo a nadie; él simplemente se había enamorado ¿quién podría culparle por algo así?, se preocupa por ti incluso dejando algunas veces atrás a su pareja para estar contigo y animarte, no puedes odiarle ni un poco porque cuida de tu alimentación, cuida de tu salud, cuida de tu bienestar y la de todos tus amigos como nadie nunca lo hizo desde que tu madre ya no esta con nosotros.

Y sus lágrimas comenzaron a caer, porque era realmente cierto; no podía odiar al mayor por mucho que lo quisiese, era su amigo; quien había recogido sus lágrimas sin preguntar por la razón de su dolor, quien había cancelado una de sus citas con JaeBum por animarle esa misma semana llevándolo a parques de diversiones o simplemente a estúpidas obras de teatro para hacerle sonreír.

Quién le llamaba cada quince días para saber si había comido saludablemente, para recordarle que faltaba poco para ir a comprar para mantener su despensa con los alimentos necesarios; quien se preocupaba por sus mínimos dolores y malestares; ese mismo que lo ayudaba a ser mejor en la escuela y le había ayudado a pagar su curso de canto recortando de su propio dinero de su comida diciendo que no se preocupara, qué el era más importante. Realmente no podía hacerlo cuando JinYoung hacía sonreír a JaeBum y hacía que sus ojitos brillasen con esa gran intensidad que hacía su corazón latir con desesperanza y al mismo tiempo con sus acciones trataba que él también brillara.

Recordando que a JinYoung le decían "madre del grupo" pensó que ese apodo le quedaba muy bien; porque los cuidaba como una y los amaba como una. JinYoung era feliz debía estar agradecido con él por tratar de compartir su felicidad con él. Después de unos largos minutos de llanto donde sus sollozos retumbaban en la habitación rompiendo así el corazón de su padre por oír el llanto desesperado de su hijo y no poder hacer nada despidió al mayor quedando nuevamente solo.

Un suspiro escapó de los labios del joven mientras se sentaba en su patio a contemplar el firmamento una vez que su padre se había marchado prometiendo que vendría a verle al dia siguiente, agradecía con mucha humildad que el campo estrellado estuviera despejado. Las luces de su pequeño apartamento estaban apagadas, EunChae —su pequeña hermanastra que su padre había dejado a su cuidado por dos semanas—se encontraba dormida en su habitación, era el último día que la tendría. ¿La extrañaría? Demasiado, EunChae era eso que lo recordaba y lo anclaba a quien era en realidad. Sabía y lo tenía bastante claro que tenía que evolucionar, que tenía que cambiar e inconscientemente eso hacía; no quería hacerlo.

Demasiados sentimientos se agolparon en el pecho del castaño quien rápidamente bajo la mirada; tenía uno de esos momentos en su vida donde se preguntaba ¿por qué siempre tenía lo peor de las personas incluso cuando el daba lo mejor de si? Tenía miedo, miedo de que cada día perder el querer su persona especial; de perderla aún más cuando sabía que nunca la tuvo, que poco a poco otra persona se introdujera en su vida hasta tal punto de reemplazarlo de la manera en la que él estaba, JaeBum le decía que era su mejor amigo y aunque quería ser algo más se conformaba, pero ¿cuántas veces había escuchado eso? Demasiadas quizá, recordaba en su pequeña escuela cuando su mejor amigo decidió simplemente irse cuando más le necesitaba, cuando su madre partió y no quería ser amigo de un pequeño huérfano de quien todos se burlaban en la escuela hasta que llegó el líder como le denominaban quien lo unió al grupo de amigos que ahora tenía. De manera rápida pasó sus manos por sus cabellos echando estos hacía atrás, manteniendo sus ojos cerrados.

Estaba cansado, emocionalmente cansado; quería creer, confiar en alguien, pero siempre estaba esa chispa de inseguridad en él; esa que no lo dejaba avanzar, debería prepararse para el momento inminente donde curiosamente todos terminaban bien menos él, todos conseguían de manera rápida un amor, una nueva sonrisa dejándolo a él inmerso en su soledad la cual lo arropaba entre sus brazos sin rechistar, quien consolaba su noches de manera calma y pacifica; siempre dejándolo de donde lo sacaron. Es irónico, porque a pesar de eso nunca le desea el mal a nadie, nunca repele su soledad ¿para que cuando esta es la única que ha estado con él de manera incondicional? ¿Con que sentido? No podía guardar rencor por algo que simplemente ocurría por diferentes razones o motivos que él ya sabía; quería estabilidad, seguridad; quería un cliché de películas románticas adolescentes, pero aparentemente no era lo de él.

Siempre miraba aquellas parejas en los parques públicos, amándose entre ellos y si cerraba los ojos se imaginaba a si mismo compartiendo esos momentos, le gustaba observarlas sintiendo algo de melancolía y felicidad ajena ¿existía la felicidad ajena? Si, y eso era lo que experimentaba él cuando veía a sus amigos con sus parejas, notaba aquella chispa en el interior de aquellos ojos; esas sonrisas que todos decían que iluminaban y que era cierto.

Levantó la mirada nuevamente soltando con anterioridad un suspiro, abrió sus parpados sintiendo sus ojos húmedos, ¿a alguien alguna vez le brillarían los ojos gracias a él? No lo sabía sin embargo era lo que más anhelaba. Solo pedía que alguien le amara con la misma intensidad que el sería capaz de amar. 


brotherhood ; m.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora