Capítulo 3
Finalmente llegamos a California. El aeropuerto está lleno de personas, se nota la diferencia. Si, soy de NY pero no de la gran NY sino de un pequeño pueblito llamado Arietta. De ese pequeño pueblito a esta gran California, hay diferencia. Noto como Trevor se acerca a mí como haciendo ver a los muchos chicos que hay que es mi pareja o algo parecido.
“Taxi” Mi madre levanta la mano y un chico joven sale del taxi. Lleva el pelo en una cresta perfectamente peinada y sus ojos son marrones con largas pestañas.
“Buenos días. Bienvenidos a California” Sonrió el chico y, Trevor notó que me miraba y me cogió por la cintura. Sobreprotector.
“Gracias” Sonreí y mi madre hizo un pequeño grito de frustración.
“Mierda. Somos cinco. No cabemos en el taxi”
“Seis con el Rexy mamá” Le recordó Amy. Claro, como olvidar a nuestro querido perrito. Suerte que es el mismo país y no teníamos que pagar por los papeles ah, y suerte que a mi padre le gusta el perro que sino… A veces creo que le gusta incluso más que nosotros.
“Tranquila señora, también tenemos taxis más grandes. Sólo esperen unos minutos y traigo uno aquí” El chico se aleja corriendo y claro está, los comentarios racistas de mi padre no pueden faltar.
“Menudo servicio, haciendo esperar al cliente. Ese chico es musulmán, menudo asco ir con él en el coche. ” Esto ya es demasiado. Pobre chico, ser de otra cultura no le hace menos persona.
“No le conoces, no saves si es buena persona o no. No le juzgues por cómo es, no seas…”
“¿Racista?” Me interrumpió.
“Exactamente, racista.” Se echó a reír y yo, pues, no le encuentro la gracia en ningún lado… Puede que se haya quedado al otro lado del país.
El chico llegó con el taxi de 7 personas 5 minutos más tarde. Fueron cinco de los muchos minutos intensos de mi vida y me alegré al verle. Empacamos todas nuestras cosas en el taxi y nos dirigimos a nuestra nueva casa. Estará un poco vacía los primero días ya que los muebles tardarán en llegar, yo de momento sólo necesito mi ropa y mi maquillaje. Nada más.
Fue rápida la llegada. Puede que para mí lo fuera al ver toda esta ciudad. Todo era enorme. No podía creer que viviría aquí. Y claro está, tengo que ir de compras con Amy, se lo prometí y ahora no para de repetírmelo.
“Pues aquí estamos” Dijo mi madre mirando la casa. Era muy grande. Mucho. Parece la típica casa donde los universitarios dan grandes fiestas.
Entramos en la casa y el salón era enorme, así como 3 veces más grande que el de antes. La cocina era grande, frigorífico doble y maquinas para hacer de todo. Iban todos los muebles incluidos en el precio y, por lo que se ve, mi padre ha hecho algo bueno en su vida ya que con el trabajo que tiene nos podremos permitir pagar esto, y más. Subí ansiosa las escaleras con Amy y fuimos directas a nuestras habitaciones. La mía era grande, enorme, la cama era de matrimonio, grande y espaciosa. Tanía hasta mi propio armario igual de grande que mi antiguo cuarto. Vale, he exagerado un poco. Creo que seremos ricos.
“Tiffy, ven rápido” Chilló Amy desde su habitación. Corrí hacia ella y vi una habitación grande, como mi antiguo cuarto. Y esta vez no exagero. Es mucho para una niña de 3 años.
“Es muy bonita” Grito y saltamos de la emoción las dos juntas.
…
Los antiguos propietarios llaman a la puerta una hora después de llegar. Al abrir la puerta se ven nos simpáticos hombres vestidos elegantemente. Me parecían familiares pero, no sé de qué.