Durante todo el camino se dedicaron a discutir sobre el clima, el tráfico, las canciones en la radio e incluso las luciérnagas fueron parte de los temas triviales con los que ocultaban lo que querían decirse en realidad, hasta que finalmente arribaron a su destino.
– Muchas gracias Manuel, fue una velada muy divertida – dijo esperando con todas sus fuerzas que eso fuera el final y sin embargo deseando más.
–¿No vas a invitarme ni siquiera un café? ¿Es que acaso tú prometido no te deja?
El solo recuerdo de que en su vida existía un prometido y que él lo mencionara sin más, le heló el cuerpo de nuevo.
–Edgardo no me prohíbe nada –respondió claramente a la defensiva– y sin embargo creo recordar que la última vez que Ilse nos vio juntos terminaste muy herido. –ahí estaba de nuevo su signo del zodiaco haciéndose cargo de la situación, era una perfecta Escorpio... Cuando se sentía amenazaba atacaba sin más, aunque se arrepintiera demasiado pronto.
–Tenías que nombrarla verdad – refutó al recordar la razón por la que había llamado a Mayte en primer lugar, era la única capaz de sanarle el corazón cuando Ilse en sus desventuras se lo destrozaba.
–Así que por eso has venido —apagando con brusquedad la canción que sonaba en la radio sin parar - querías mi consuelo, como siempre... Solo te acuerdas de mí cuando no tienes nada.
— Mayte no es así - lo dijo sin pensar, era una de sus frases hechas... porque a quien quería mentirle solo la buscaba para aliviar su dolor, siempre había sido así, pero ¿Porque lo hacía? Se preguntaba eso antes y después de cada encuentro, no lo sabía, pero la necesitaba esa era la verdad.
— Si es así ¡siempre ha sido así! pero ya ves, aprovechando tu aparición repentina he de decir que esta es la última vez, ahora tendré una vida fuera de ti, no podré sentarme a esperar tu llamada, estaré ocupada haciendo las mías —con todo el valor del que fue capaz abrió la puerta de su carro y le dijo lo que creyó sería el final —Adiós Manuel.
Pero qué equivocada estaba, cómo pudo pensar que todo acabaría tan fácil, era Manuel Mijares... Nunca nada fue fácil cuando se trataba de él... Y justo cuando iba a cerrar la puerta de su apartamento se vio impedida por su mano —May espera—dijo Manuel.
—¿cómo lograste que seguridad te dejará entrar?
— ¿eso es lo que te importa ahora? - la respuesta era simple, lo vieron dejarla hace contados minutos en la puerta del edificio no tendrían por qué dudar de su palabra cuando aseguró que Mayte había olvidado su cartera- May... No te quiero perder.
— Pero si nunca me has tenido Manuel, porque iba yo a ser tuya cuando tú no eres mío. — lo vio entrar a su apartamento y cerrar la puerta tras de sí— crees que porque te abro las puertas de mi vida cada que tocas no podré cerrarlas, pero estas equivocado— fue claramente una mala metáfora la que habia escogído cuando hace tan solo segundos había comprobado cuán incapaz era y el darse cuenta la rompió —estoy cansada Manuel — señaló aun tratando de contener sus lágrimas - cansada de ser... ¿Ni siquiera sé que soy en tu vida? ¿Tu fiel amiga? ¿Yo la incondicional?—su risa se enredó con sus lágrimas —piensas que voy a quedarme siempre a tu espera, pero mi vida sigue... Y ya no queda espacio en ella para en ti, te pido por favor que te vayas ahora.
— May — quiso abrazarla y reparar lo que había roto, pero ella se movió y el no supo perseguirla... Nunca supo —de verdad que lamento causarte tanto dolor, soy una egoísta ya sé que soy lo peor pero es que te juro que doy cuanto puedo.
—Pues no es suficiente, no quiero esto... No te quiero aquí, mi vida está hecha sin ti.
—Yo no te quiero perder, pero tampoco tengo más para ofrecer... te pido aún a riesgo de sonar como un cretino, solo un poco más de tu amistad.
—No puedo... y no quiero, al menos no ahora, tal vez con el tiempo, pero te pido no me busques más... yo también necesito tiempo — repitió las palabras que una vez le rompieron el corazón, y abrió su puerta dispuesta a clausurar ese capítulo para siempre y empezar de nuevo.
Tras verlo partir cerró la puerta y de camino a la sala se encontró de frente con la foto del día de su compromiso, que Edgardo como un regalo, dejó en su apartamento para que lo recordara mientras estaba lejos, en un viaje de solo seis días que él decía serían una eternidad y que ahora finalmente ella así sentía, y al ver la felicidad en su rostro aquella noche, que claramente contrastaba con la expresión indulgente de ella supo que no podía ... no podía hacerse eso a sí misma, no podía hacerle eso a Edgardo, él no se lo merecía, con su amor a medias sólo iba a conseguir dañarle tanto como Manuel a ella y se negó entonces a victimizar a quien la amaba, sintiéndose superior al villano de su historia que nunca la había sabido terminar, tomó el teléfono y con cada fibra de determinación en su cuerpo marcó su número.
—Hola Amor, ¿cómo estás?... también te extrañó — contento Edgardo imaginando erroneamente el motivo de su llamada— estamos en medio de la grabación y no voy a poder hablar mucho- Mayte le escuchó decir y entonces toda su valentía de fue por el drenaje.
—Lo siento... Mucho, no debí llamar— y entonces lo escuchó disculparse de vuelta, quiso explicarle que el problema no era que el no tuviera tiempo suficiente, sino que a ella le faltaba amor... Pero en cambio calló, dejando que el silencio llenará su vacío—de todas formas se merece algo mejor que una llamada —pensó, le debía al menos un final con dignidad... Si es que eso existe en los finales.
4 días después
—¿Qué? No lo entiendo ¿en qué fallé? — el desconsuelo de su voz la hizo dudar pero el recuerdo de su propio dolor la hizo ver que esto era lo mejor... Para todos — es por él ¿verdad? —admitió por fin derrotado, afrontando lo que tanto tiempo se negó a ver.
—¡No! Es por mí. —aseveró segura, y en ese momento fue verdad.
pero esa aparición de Manuel en su vida no acabaría como ella pensó, al menos no esta vez, no en esta historia.