Capitulo 4: "El Juego de Las Escondidas"

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Han pasado unas cuantas horas desde que Lorraine me dejo en la habitación, desde entonces he tomado mi tiempo para seguir buscando a la pequeña misteriosa. He repasado por las habitaciones donde la vi por primera vez, hasta llegar al consultorio de Lorraine el cual se encuentra cerrado con llave.

La casa es más grande de lo que pensaba, lo suficiente como para someter a tres familias completas. La mansión Johnson pienso.

Voy caminando por una especie de corredor, admirando cada detalle de la casa, solamente veo fotos "de Lorraine y Jeremía", más que nada. En una puedo ver a Lorraine sentada en un sillón, mientras una joven descansa sobre un sofá, distingo muy bien ese lugar, es su consultorio.

Lorraine no ha cambiado en absoluto, sigue siendo la hermosa mujer como en la fotografía, también veo a jeremía, apostado en el marco de la puerta; con esa sonrisa encantadora que tanto presume.

Puedo asumir que los dos son muy buenas personas como dijo la directora.

Aún sigo caminando, observando aquellas fotografías, preguntando como eran los señores en esos tiempos.

Me detengo en seco, hay un retrato que llama mi atención; en esta puedo observar nuevamente a Lorraine en sus tiempos de juventud, a su lado se encuentra una jovencita de más o menos mi edad, la misma nariz puntiaguda, aquellos ojos azul celeste, la misma sonrisa. Es idéntica a mí.

La sostengo, atrás trae algo escrito:

"Para la Srta. Lorraine Johnson, que siempre me apoyo y confió en mi ..."

De: A. B. H.

Vuelvo a mirar la imagen, es como mi hermana gemela, la única diferencia es el lunar que se encuentra en el lado inferior del labio.

Examino la nota una vez más, cuando de pronto un sonido extraño hace que arroje el retrato. Este cae al suelo y se hace añicos. Suelto un bufido.

<<Poom>> <<Poom>> son golpes provenientes de la pared a mi izquierda. Me dirijo hacia esta para escuchar de nuevo el sonido

.

<<Poom>> <<Poom>> ahí está, repito la acción esperando respuesta. <<Poom>> <<Poom>> esta vez el golpe proviene de la pared a mi derecha... Me pego a ella y repito la acción. Nada, vuelvo a golpear.

Tarda unos minutos en contestar, pero ahí está; el golpe proviene más adelante en la pared izquierda doblando una esquina del corredor. Guardo silencio para escuchar nuevamente.

<<Poom>> <<Poom>> esta vez el golpe proviene de una puerta, el sonido es sordo así que no está cerca; dejo que el sonido me lleve hacia él.

Recorro pasillo por pasillo y a la vez golpeo sus muros para obtener respuesta, hasta que lo escucho claramente.

Subiendo un par de escalones la distingo, la veo es una puerta diferente a las demás. Parece vieja y decolorada, como si alguien se haya olvidado por completo de aquella habitación. Sigilosamente, me voy acercando a la puerta, sin saber que puedo encontrar adentro.

Doy un pequeño golpe y esta me regresa el gesto. Me quedo donde estoy, guardando silencio.

Veo la manija de la puerta, esta se encuentra oxidada y llena de polvo. Decido abrirla.

Hago mi mejor intento, la puerta es demasiado dura. Giro la perilla en diferentes direcciones, esta se resiste; finalmente me doy por vencida en unos cuantos minutos.

Me asomo por el rabillo de la puerta, la única iluminación son los rayos del sol que entran por las ventanas. Enfoco mi vista hacia los pocos muebles que veo; uno que otro ropero, un armario y... una... cama. Al parecer era una habitación de huéspedes o eso creo.

Mi vista se desvía cuando una sombra sale disparada de un mueble a otro y después de este hacia otro mueble; finalmente se esconde en el armario.

Una fuerte corriente de aire caliente golpea mi ojo, así que tengo que retirarlo para limpiarlo.

Nuevamente pego mi ojo en el rabillo de la puerta, enfoco mi vista hacia el armario; esta vez la puertilla de esta se encuentra abierta. Desvió mi vista hacia los demás muebles en busca de aquella sombra, hasta que por fin la distingo. Está sentada, jugando con una bizarra muñeca de trapo. Es la niña del moño rojo.

Intento abrir la puerta, pero está aún se resiste. Me pego al rabillo, pero mi sorpresa fue que la niña ya no estaba en ese lugar. Nuevamente decido abrir la puerta tomando la manija oxidada; me quemo al instante. La manija está hirviendo ¿Cómo es eso posible?

Observo la quemadura, huele a carne chamuscada. Definitivamente tendré ampollas.

Nuevamente pego mi ojo al rabillo de aquella misteriosa puerta, evitando contacto con la manija hirviente.

Nada, no hay rastro de la niña; hasta que de pronto un enorme ojo me observa desde el otro lado de la puerta. Este hace retrocederme y caer sobre mi trasero.

Me quedo perpleja, un poco sorprendida. Ella aún sigue ahí, observándome desde el otro lado de la puerta.

La observo desde lejos, quiero decirle algo, pero mis palabras no salen. Me quedo muda.

Me muevo de un lado a otro, su pupila va siguiendo mis pasos. Esto es cada vez más terrorífico.

Compruebo si la manija aún sigue caliente. Puedo sentir el calor que abunda alrededor de ella.

-Celeste... Celeste- Es la voz de Jeremía, ha regresado de donde quiera que estaba.

Observo por última vez aquella puerta, hacia donde está la niña. Le prometo que la sacare de ahí; aunque lo dudo.

-Ohh vaya aquí estas, excelente- dice Jeremía al momento de verme- puedo ver que ya conociste la habitación de Martha.

- ¿Martha? - logro preguntar.

-Era una jovencita cuando llego a la casa, sufría abusos por parte de su padrastro, su madre había muerto en un terrible accidente. Lorraine era psiquiatra de ella desde entonces y no podía soportar la idea de verla sufrir de esa manera. Así que Lorraine y yo dejamos que se quedara aquí por unos días... El tiempo paso y Martha se quedó con nosotros hasta hacerse independiente de ella misma. El día que se marcho fue el día más triste para mi esposa. Ella se había encariñado demasiado con ella que desde entonces no fue la misma. Cerro su consultorio y decidió hacerse a cargo de la casa. Ha pasado mucho tiempo que una niña no ha pisado esta habitación- lo dice mirando la habitación.

- ¿Acaso tiene una fotografía de Martha?

-Por supuesto, siempre fotografiamos a las niñas que pasaban por el consultorio. Como recuerdo. Te diré algo, si nos vamos ahora mismo, más tarde te presento a Martha.

Yo accedo a la propuesta y después los dos nos dirigimos al comedor.

CELESTEWhere stories live. Discover now