Renegades

II. El Encuentro.

El plan que Lars ideó era certero, pero le llevaría tiempo. Conociendo las anteriores derrotas de las Homeworld Gems, no tenía caso intentar secuestrar por la fuerza bruta al hijo de Rose Quartz. Eso no serviría de nada, pondría en peligro a su tripulación, y acabarían sufriendo vaya a saber que destino por el poder de aquel chico. No, tenía que hacerlo de una manera muy diferente. Se infiltraría a su guarida, se ganaría su confianza y afecto y luego ¡bam! Lo secuestraría y finalmente podría llevarlo ante las Diamonds.

La verdad es que hasta a él le sorprendió idear un plan así. Sus planes anteriores eran simples y no tan bien pensados, entrar, golpear a unas cuantas Gems, robar y ayudar. De hecho, hasta a su tripulación le impresionó tal plan. Claro que ellas no eran parte del plan, al menos no hasta la última fase, no iba a ponerlas en peligro. Él sería quién ejecutaría todo y se encargaría de que saliera lo mejor posible. Si no, bueno, esperaba que en su destino hubiera un poco de misericordia.

Una vez explicado el plan a su tripulación y de haber ingresado las coordenadas de la Tierra en la nave, viajaron a la hipervelocidad y llegaron a su destino. No obstante, el encontrar a su objetivo fue más difícil, pues la poca información que tenían apenas les fue de utilidad. Pasaron alrededor de unos días buscando pistas e información y con un poco de suerte tuvieron éxito. Encontraron el lugar de su base, un primitivo hogar, al parecer nada sofisticado o que representará peligro. No obstante, juraba que detrás de esa fachada debían esconderse otras amenazas por lo que no podía llegar, tocar la puerta, y hacerse amigos.

Es ahí donde Lars inició la segunda parte del plan. Ganarse su confianza poniéndose en peligro. Al menos, en un peligro fingido. Su tripulación se encargó de amarrarlo a un árbol, lo suficientemente apretado como para no zafarse tan fácil pero no demasiado para no desamarrarse con algo de esfuerzo. Si corrían nuevamente con suerte, le ayudarían.

Lars se despidió de su tripulación, después de darle un abrazo a cada una de ellas y de un abrazo grupal, lo amarraron al árbol. Ellas le desearon suerte, y Lars sintió que; especialmente Rhodonite, pensaban que no regresaría. ¡Tonterías! Él podía con esto. Les ordenó que volvieran a la nave, y que aparcarán en un sitio lejano y seguro, también que enviarán transmisiones para contactar a las demás Gems y seguir buscando información.

Ya había pasado un tiempo. No sabía cómo calculaban el tiempo los terrestres, pero él ya estaba aburrido y sentía que llevaba ahí una eternidad. Volvió a gritar, esperando que alguien apareciera y, escuchó un ruido a la distancia. ¡Tenía que ponerse en el papel! Respiró hondo y se lastimó a sí mismo para hacerse llorar, sino, no le creerían que en verdad estaba en peligro.

Un chico apareció delante de él. Lars por un momento estuvo a punto de gritarle que estaba en peligro y se alejará de ahí, al no tratarse de quién esperaba. Pero tras unos segundos lo reconoció. Era el chico de la imagen que le fue entregada por Yellow Diamond pero estaba más alto y con otra vestimenta. Calculaba que debía sobrepasar por un poco a Padparadscha en altura. Esté caminó rápidamente a donde estaba amarrado y comenzó a desatarlo con ayuda de un objeto puntiagudo.

Al escuchar su nombre no le quedo ninguna duda. Era él, su objetivo. Extrañamente, y más para Lars, sintió un encogimiento en el pecho. Fue como si por un momento se estuviera arrepintiendo de lo que tenía que hacer. Aquel chico no se veía para nada como una amenaza. Tenía un cabello fantástico, su ropa era muy llamativa y daba la impresión de ser alguien muy enérgico y que no causaría problemas. ¿De verdad este era el hijo de Rose Quartz que las Diamonds tanto solicitaban?

Dejo que lo desatará y una vez libre, con las cuerdas en el suelo, pudo verlo aún más de cerca. Tenía que hacerse a la idea de que las apariencias engañaban y que si ese híbrido quería, lo podía destruir en un segundo. Respiró hondo, aún con unas cuantas lágrimas bajando por sus mejillas, debía permanecer su papel.