Anécdota.

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Una vez de las que conté mi sexualidad a alguien, ese alguien me abrazó por ello.
Era la primera vez que me sentía aceptada y fue tan hermoso que podría haber llorado, tenía 17 y nunca había visto a alguien que no tuviera problema con ello, mejor aún: Que me comprendiera y me apoyara.
Ese día nos volvimos como dos amigas íntimas e intercambiamos secretos.
Luego de eso, me metió en un problema bastante feo.
Su objetivo no era yo, pero era alguien que involucraba a alguien que tenía mucha cercanía conmigo, y claramente acabé dentro del problema.
Quizá quiso sacarme, pero ella no dejaría su objetivo y yo no dejaría el mío (salir ilesa) aunque ilesa no salí, me abrieron la puerta del closet.
Actualmente nos reconciliamos, pero ya en este punto las amistades íntimas no existen.
Podría haber una excepción, pero a esa excepción no le tengo ni el 65% de confianza.
Y al resto, ni el 45%

¡Viva la bisexualidad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora