Capitulo 44

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Nunca sabemos que esperar las gotas en su rostro se secaron en cuanto el dejo de llorar horas mas tardes.

 Su sollozos se perdieron en su garganta siendo reemplazados sólo por recuerdos que anhelaba tener de vuelta. 

¿Cuando su vida se había convertido en una mierda? y ¿Por que había llorado desconsolado?

 Simplemente las palabras de la persona en la que más había confiado y viceversa habían resultado tan reales, como hirientes. Le habían calado dentro del pecho y había provocado que todo su alrededor se convirtiera en una realidad que quizás nunca deseo tener. Todo ahora le resultaba irreal y de película, pero no, lo que estaba sucediendo simplemente eran consecuencias de los actos que él había cometido. Lydia era una persona maravillosa, de carácter y decidida. 

Había aceptado que él se quedara de infiltrado en el instituto, lo había ocultado, le había aconsejado, ¡Hasta lo había ayudado!, dejando esa nota en el parabrisas de su auto y finalmente se había preocupado por él. Entonces lo menos que tenía que haber hecho , era haber estado con ella. Y no haberle dicho que se separaran porque ella querría algo serio en el futuro, ¿De adonde había sacado eso? ¿Porque había pensando aquello?.

 Podían haber quedado como amigos y seguir disfrutando de compañía del otro, como lo habían hecho las ultimas semanas antes de que todo ocurriera, pero en un acto totalmente desesperado, había cometido los errores más grande de su vida. Ella no se merecía lo que él había hecho con ella, y todo lo que le había dicho esa noche era totalmente cierto. Se había convertido en un estúpido mujeriego que no le importaba las mujeres más que sólo para un buen revolcón(como Lydia había mencionado), un estúpido que se acostaba con cualquier cosa con piernas que se le pusiera encima, simplemente un idiota. Y entonces estaba ahí, tirado en el sofá con los ojos rojos, con el labio hinchado, con un dolor de cabeza terrible y sin poder dormir.

 Había decidido ir a hablar con Lydia seriamente, como dos personas civilizadas y trataría de evitar las ganas de enredarse en sus piernas otra vez.

Suspiró y cerró los ojos tratando de aunque sea dormir un poco, pero fuertes golpes en la puerta de su casa lo sorprendieron por la madrugada. Se levantó de una forma muy convencional, el desgraciado que había tocado a Lydia le había dado bien duro en las costillas y sabía que despues le quedarían marcas horribles. Colocó su mano izquierda presionando contra su costilla y descubrió que tenía bastante hinchada esa zona.

Caminó con bastante dificultad hacia la puerta y la abrió rápidamente. Su amigo Isaac, estaba parado en la puerta con cara seria.

-¿No te funcionó aunque sea una neurona en tu cerebro?-preguntó y entró a su casa con paso decidido-¿No se te ocurrió llamarme?

-¿Por que lo dices?-dijo casi sin voz, aclaró su garganta y volvió a hablar-No se te ocurrió llegar un poco más tarde?-preguntó con ironía mientras volvía a sentarse en el sofá.

-Y así me preocupo por ti-susurró y se sentó a un lado de él-Estaba muy preocupado, esa chica te sacó de ahí de un jalón ni me dio tiempo para buscarte, pensé que volverías a la fiesta y ahí estuve como idiota esperándote tres horas.

-Lo siento mucho-murmuró bajo-No quise preocuparte.

-Pero lo hiciste-siguió hablando con voz seria-¿Por que mierda te peleaste con ese tipo?-preguntó-Podría haberte dado una paliza, era mucho más alto que tú.

-Por Lydia-lo miró mientras sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas-Por esa "pelirroja" como le dicen ustedes que viste ahí-hizo una breve pausa ya que las lagrimas volvieron a caer por sus mejillas-¡No te atrevas llamarme marica porque estoy llorando!-exclamó.

ENAMORATE-StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora