Escuche las llaves de Marta abriendo la sala de entrada, la casa era tan grande y estaba tan vacía que se podía oír perfectamente sus pasos pausados y tranquilos caminar por los fríos pisos de baldosas blancas, se dirige a la cocina y la casa la recibe con gusto, o soy yo que la recibo con gusto feliz de saber que esta acá. De seguro ya pasó por la feria y compró las frutas para el desayuno y la verdura para el almuerzo, el pan para las tostadas y el queso que se había terminado ayer. Ya pasó por el gran almacén para comprar la mezcla de café que sabe que me gusta, y pagó las cuentas que habían quedado pendientes, compró el diario a Don Pepe y hablaron de México con nostalgia. En unos siete minutos ya podría sentir el olor a café calentándose, podría oír la brisa que entra a casa mientras abre las ventanas, podría disfrutar del aroma a pan fresco tostándose lentamente y oír los pocillos en el balcón aprontándose para un desayuno.
De seguro ya vio que en la cocina deje unas porciones de bizcochuelo de naranja con glaseado de limón y lo va a poner en la mesa, así desayunamos delicioso con la vista al océano, mi jardín lleno de flores y verde.
De pequeña siempre había querido una Marta, que acompañara mis días, y la tenia, hace más de veinte años que Marta me preparaba el café, me armaba de a pedazos y se entregaba más que fiel a mi vida. Se dejo amar y amo incondicionalmente. Yo no era de las que pasaba todo el día ¨Marta esto¨ ¨Marta lo otro...¨ ¨Marta...Marta...Marta¨. No, no, yo era muy independiente en casa incluso cuando Marta estaba ahí.
Ella sabía todo y no preguntaba nada, casi todo el tiempo lo pasaba en silencio, como recordando todo, le hacia memoria el mundo en su cabeza, con ella se podía hablar de lo que quisieras porque tenia la cabeza en todos lados, una mujer llena de experiencias, una mujer muy inteligente que siempre había querido estudiar mucho de joven y no pudo hacerlo. Se le notaban los años mas que a mi y había vivido mas aunque tuviéramos siete años de diferencia , estaba curtida por la vida, desgastada y cuajada por las injusticias que vivio en su pasado.
Nos conocimos porque ame sus manos que sabían cocinar y supuse que sabria amar mucho y la iba a necesitar, jamás me di cuenta que fue casi un pacto mutuo y silencioso, estabamo perdidas en una ciudad casi desconocida, desesperadas por dar y recibir amor, por proteger y protegernos, por miedo a morir solas, nos encontramos.
Jamás me equivoqué con ella, yo tenia veintidós años cuando la conocí, ella tenia veintinueve, era la cocinera y mesera de un bar de mierda pero barato al cual solo fui una vez, el olor de la comida llegaba todos los días hasta mi oficina en la editorial, y se me hacia agua la boca imaginando que comía esos platillos delicioso, todavía los recuerdo, las ganas de probarlos eran hasta el punto de hacerme vomitar. Así que la primera vez que fui no mire a Marta, miré ese plato que parecía perfectamente armonioso y bien proporcionado, nada fuera de lugar, todas las medidas justas, agarré el plato y empecé a comer como loca, como si hacia días no comíera nada. Para comer delicioso lo primordial es tener ganas de comer y hambre, hambre de cosas ricas y jugosas, comer con la seguridad que estas comiendo el manjar mas delicioso del mundo, tenes que estar solo vos y el plato, no importa si usas las manos o los cubiertos, ya no importa cuando devorás con ganas lo que hace tiempo querés saborear, es la recompensa de la espera, y en ese momento mi recompensa eran unas carnes bien sazonadas en mostaza y ajo, tiernizadas con limón, salteadas con verduras crocantes, unas frituras de boniatos, ensalada mixta bañada en una salsa de pimientos asados con crema de leche y queso. Unos aromas de la puta madre, salí corriendo a vomitar toda esa delicia y volví a la oficina.
Me acuerdo de esos días como en cámara lenta, como si los viviese a diario, me consumen y me agotan, se llevan lo mejor de mi en cada instante que los hago revivir, una parte de mi quiere olvidar todo eso, quiere enterrar esos días, quiere que el dolor y la angustia se vaya lo mas lejos posible y dejar de torturarme, pero la otra parte la necesita y se nutre del dolor y la angustia, amo como me hace sufrir hasta el punto de llenarme otra vez de odio y rencor para alimentar mi inspiración.
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Esperar después de amar.
Teen FictionLucia es una joven estudiante, que sueña con ser una famosa novelista y reconocida escritora, tiene toda su vida planeada, esta llena de vida y de sueños por cumplir, quiere darles una buena vida a sus abuelos y viajar por el mundo. Hasta que un dí...