Las heridas no sanan

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Marta me hablaba sobre la feria, los vecinos, el almuerzo que hará hoy, la cena de esta noche, lo que preparará mañana, yo le decía que íbamos a comer fuera, que no era necesario, ella me decía que sí, que quería hacerlo, que eso le hacía bien, que por favor la deje, yo le dije que bueno,¡¡ si venga!!, cocina rico, que se luzca, que si eso le hacía felíz,  que lo haga. Teníamos pocos días o muchos, nunca sabíamos, en estos casos así. A pesar de sólo llevarnos 7 años, a ella se le notaban más. Ya casi pisaba los cincuenta y cinco años. Ella me decía que los últimos veinticinco años de su vida fueron los mejores. Y si que los fueron!!, todo mejoró desde aquel día al salir de la clínica. Nos abrazamos y lloramos, yo sentisentía que tenía una nueva oportunidad para rehacer mi vida, y Marta tenía la esperanza de comenzar de cero y ser quien quiera desde ese momento. Yo se lo había dicho, que podía ser quién quiera, que se compre una nueva vida, otro pasado, otra historia, que invente que antes había sido una modelo y que se aburrió de eso y que quería ser cocinera o ama de casa. Que se case y haga lo que quiera, porque era libre. Pero Marta se limitó a decirme:

"Sé quién soy señorita, sé de dónde vengo y dónde nací, se cuál es mi pasado, y se cuál es mi historia, que hoy tenga una nueva oportunidad no significa que deba olvidarme de todas las enseñanzas que me dio la vida. Porque el día de mañana las voy a necesitar para seguir caminando, al igual que usted. No olvide jamás todo esto, no olvide quien es y como llegó hasta aquí, no se olvide de las personas que la hirieron, pero prohibido está olvidar a quienes la ayudaron" 

Mientras ella hablaba intentando ocultar su nerviosismo, lo vi entrar, como la primera vez que lo vi, y volví a sentir lo mismo, que mi corazón era muy grande para mi pecho y que si seguía latiendo me iba a partir el pecho en dos. Eran latidos fuertes y duros, que podía oírlo, la sangre corría con fuerza por mis venas y estaban calientes, mi estómago se apretó fuerte y mis ojos se empañaron, juro que el sonido de la sangre correr me aturdia los oídos . Y luego ya no tenía control de mi cuerpo. Me temblaba el cuerpo y me levanté como pude y me tiré a sus brazos. Pude sentir su calor, ese aroma particular que tiene, no el de su camisa, el suyo, el que puedo reconocer con los ojos cerrados .

El me abrazó fuerte y acarició mi espalda y mi cabello. Sentí el cuerpo de Marta tras de mi, nos abrazaba a las dos. Al fin nuestro hijo estaba con nosotras de regreso. Al fin el había vuelto. Lo extrañaba cada día de mi vida. No importaba si sólo nos separaba un país o un pueblo, me quemaba el cuerpo la idea de no verlo. 

Estábamos en mi habitación, Marta había salido de bañarse. Me miró y dijo 

-Señorita, está segura de su decisión? -Sus ojos cansados mostraban dolor en el fondo.

-No me dijiste tu nombre todavía -Le digo 

-Marta me llamo. 

-Hola Marta, me llamo Lucía . Y no, no estoy segura. Segura estoy de que no quiero. Pero bueno. No se como zafar de esto. -Marta me miraba mientras yo me tomaba la cabeza, sentada en mi cama.

-A dónde iremos?-Preguntó ella.

-A la casa de un médico. Dice que no hace preguntas. Sólo vas y te atiendes . Es ir con el dinero y listo. Una clínica clandestina. 

-Y cuánto  dinero acepta ese hombre para cerrar la boca?- Marta lo decía seriamente. Yo supe que hacer. 

Cuando Amadeo llegó, presenté a Marta como una amiga. Le dije que el no se tenía que comer semejante episodio. El dudó un poco. Lo convencí de que alguien tenía que estar conmigo luego. Y que el no iba a poder, usé de excusa a Ángela,  le dije que necesitaría cuidados. Me dio el dinero del aborto. Dinero para los próximos días y dinero para que nos fuéramos de la ciudad con Marta. Le pregunté por mi libro, y me dijo que pasara yo misma al siguiente día por la mañana a la editorial de su amigo. Que el ya no estaba mas involucrado conmigo. 

Entramos a la clínica, era una casa lujosa en un barrio lujoso de la capital chilena. La secretaría realmente no preguntaba nada. Sólo pedía un registro de nombre y apellido y nacionalidad. Marta me dio todos sus datos . Nunca habría registro de mi en ese lugar. Luego de eso pasamos a la oficina del médico, y le pedimos que nos diera un poco de información de lo que iba a suceder. Cuando terminó le di unos dólares. Le dije que si se mantenía callado, regresaba mañana a la mañana. 

Pero nunca más volvimos. 

Esperar después de amar.Where stories live. Discover now