Mi hogar

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El frío le recorría la espalda, una gota de sudor frío caía de su frente inmediatamente seguida por otra, era la segunda carta que recibía de Snape en las tres semanas que tenía de no verse. Pero en esa ocasión algo era distinto, James estaba a lado. Estaba completamente nervioso.

Le resultaba difícil el poder expresar sus sentimientos sin que su amigo lo juzgará por ello o le criticara porque "es muy cursi", "creo que no le dices mucho", "esas son tus técnicas de conquista", "hasta parece que te gusta". Y esta última era la que más miedo le daba pues, comenzaba a creer muy seriamente que si le gustaba, que le gustaba tanto que quería mandar a su mejor amigo muy lejos ya mismo para que le tuviera más respeto a su pareja. Pero eso no paso.

-Vamos James, yo sé cómo debo de tratar a Snivellus. Además su lechuza no se irá hasta que acabe de escribir así que necesito concentrarme-era la forma más sutil que conocía para librarse de su mejor amigo.

-Vale vale, pero no te excedes en lo cursi. ¿Que tal si lo terminas enamorando al punto que se quiere acostar contigo? ¡luego me echaras la culpa! Y déjame decirte que yo no pagaré ningún psicólogo-termino de decir mientras soltaba una sonora carcajada y salía de la habitación.

Ya sin interrupciones se dispuso a escribir nuevamente. No quería escribir falsedades, no ahora que tenía en claro que sentía algo por ese Slytherin. "Algo" no estaba seguro de que, pero sabía que se estaba muriendo de ansias por un beso, por una caricia, por aspirar su aroma, por verlo a los ojos. Y justamente de eso iría la carta.

Una vez la hubo terminado la coloco en el pico de la lechuza. La cual parecía un poco desesperada por irse de allí. Aún no estaba seguro porque a Severus le costaba tanto el darle su dirección, si bien sabía que vivía cerca de donde Evans. ¡Eso era!

Salió corriendo de la habitación hasta encontrar a James, el susodicho lo volteo a ver interrogante y cuando una sonrisa triunfal apareció en el rostro de su amigo se imaginaba de que podría estar tratándose.

-Vayamos de visitar a Lili-listo, fue todo. No necesito decir más para convencer a su mejor amigo. Ahora solo debía de avisarle a la pelirroja que pronto irían en camino.

Lo que no sabían es lo tan mal que podía resultar esa "maravillosa" idea.

La lechuza de Snape había llegado a su destino tras horas de vuelo, el viaje era tan extenso y cansado que es por ello que le daba tiempo suficiente de reponerse antes de responder a las cartas. No quería molestar o hacerle daño alguno a esa criatura que era su único amigo en la casa.

Esta depósito la carta en las manos del joven de piel blanca, el cual se apresuró en regresar a su casa. Se había dado la tarea de siempre salir cuando enviará la carta y esperar afuera hasta que llegara la respuesta. La única forma que conocía para evitar que su madre se enterará de ello. Una vez las leía estás ardían en llamas.

Camino cansado hacía donde se supondría debería tener un hogar, más bien parecía el centro de reclusión al que llegaba solamente para pelear con su padre. Lo único que lo retenía en ese horrible lugar era su madre.

Abrió la puerta y no vio rastro alguno de que Tobías hubiera llegado, eso lo alivió. Cada que peleaban él siempre terminaba en su habitación sin siquiera comer, no importando que ahora él trabajará en medio tiempo para que su madre no tuviera tantas preocupaciones.
Si bien su trabajo como ayudante de cazador no dejaba mucho si le permitía tener un dinero ahorrado para la próxima vez que su madre misteriosamente perdiera el equilibrio y llegará al hospital. Claro que nadie además de su empleador sabían que tenía ese trabajo, si su padre se enterará...

-No es que le tengan miedo, pero si tenemos una pelea lo mató-se repetía a sí mismo eso una y otra vez en voz alta, sabía que si ese hombre seguía viviendo llegaría el punto en que mataría a su madre. No lo iba a permitir.

Segunda Oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora