Capítulo V

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Ally:

Quizás jamás olvidare ese día… Mejor dicho, estoy segura que jamás lo olvidare. Algo dentro de mí quedó roto para el resto de mi vida después de esa noche, nada podrá ser como antes. Lo peor es que aun me duele todo, hasta el más mínimo recuerdo.

-Suficiente, nos vamos- Recuerdo el jalón que recibí por parte de Salvador con tanta fuerza que me colocó de pie y me tambaleó un poco.

-Basta, ya cálmate Salvador ¡Suéltame!- Grité desesperada -¡Basta! Por favor- Acaricie su brazo y el a duras penas se inmutó pero siguió caminando con un paso apresurado como el de antes.

Todo sucedió muy rápido, desde que Salvador hizo rugir el motor del coche supuse que algo no iba bien. Nunca había estado más asustada en toda mi vida y al parecer mis suplicas y lágrimas no significaban nada para Chava ¿Qué carajos le estaba pasando? Éste no era él, definitivamente no. El recorrido que anteriormente nos había llevado unos 20 minutos cruzar ahora lo habíamos completado en máximo 5 o 6 minutos. Salvador iba al menos a 140 km/h, ebrio y hecho una furia, la peor combinación para ambos. Lo admito, yo esa noche también estaba notablemente ebria pero ya estaba llegando al punto donde mi conciencia despertaba, el no, el estaba muy lejos de eso.

Salí del auto y a los segundos ya estaba en el ascensor con un Salvador diferente, distinto, al que realmente conocía.

-¿Qué sucede Salvador?- Acaricie su brazo de nuevo.

-Nada, sólo no me hables- Su voz era ronca, dura, fuerte, molesta. Sus ojos estaban oscuros, rojos, idos. Yo sólo rompí el tacto que mantenía en su brazo y me mantuve en silencio hasta que estuvimos en nuestro departamento.

-¿Qué sucede contigo? Estoy esperando una verdadera respuesta- Cuestioné.

-¿Qué parte de n-a-d-a no entendiste? No me dirijas la palabra ni si quiera Alicia. No tienes moral para preguntar qué pasa- Ese fue su primer ataque, ya había sentido el primer dardo en mi corazón esa noche pero yo esperaba que fuera el último. Sin embargo, eso no fue así.

-¿No tengo moral? A ver, según tu ¿Desde cuándo?, ¡Quiero escucharte!- Alcé un poco el tono a medida que me desesperaba un poco.

-¡Desde hace unas horas! ¿O te parece digno de una mujer que teniendo pareja se deje tocar por otro? ¡Sólo dilo!- Oh, ese chico. Ese baile. Ya recuerdo. No tenía argumento alguno por lo tanto callé. -¡Ahora quiero escucharte! ¿Tienes moral suficiente?, ¿Entiendes porqué estoy molesto? Molesto no, ni si quiera estoy en desacuerdo contigo, ¡Estoy Indignado contigo!- Otro dardo.

-N-no- Agaché la mirada.

-¿No qué?- Callé y sólo negué con la cabeza. –Háblame, maldita sea, Alicia ¿Sabes cómo me sentí?- Lanzó un sólido y fuerte golpe al pequeño espejo de la sala. El estaba muy alterado pero tampoco quería dejar que me pisoteara, el no era así. Después de escuchar los trozos de vidrios caer al piso y reventar hubo un par de minutos llenos de un estruendoso silencio. –Me sentí sucio, apartado, humillado, traicionado ¡Nunca habías hecho eso! Nunca. Tenemos ocho ¡Ocho estúpidos años juntos, Alicia! Y tú por un par de Margaritas caes en manos de un desconocido- Yo ya me encontraba con un nudo en la garganta, éste era su tercer dardo hacia mí. No podía verle a la cara, en parte el tuvo la razón esa noche pero lo que hizo fue imperdonable.

-Y-yo… Yo creo que sabes lo mucho que te amo-

-Eso no me lo demostraste ésta noche- Refunfuñó por lo bajo.

Sueños RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora