¿Por Qué Yo?

Hielo ensangrentado

Narrador:

Podía sentir que los ojos a los cuales veía en ese momento (aparte del miedo de la misma circunstancia), le dejaban entre ver lo que tanto se lamentaba.

Los sucesos que no lo dejaban dormir.

Lo que le daba pesadillas la mayoría de las noches.

Aquéllo que le hacía sentirse culpable de todo, incluso de su propia existencia.

—"No es justo, ¿verdad?"—no, no fue él quien dijo eso, es más, ni siquiera lo había pensado, estaba tan aterrado en ese momento que no podía siquiera pensar.

¿Fue aquélla figura la que habló, o le dijo a manera mental? Ahora tenía más ganas de salir corriendo pero el miedo simplemente no le dejaba.

Sus propias palabras no le dejaban moverse, como si fueran un peso muerto sobre él, que le impedían el sólo mover un mísero dedo.

— "La sangre ya corrió una vez, y tú lo provocaste".

No, no, él no quería que eso pasara...

Estaba llorando, no lo podía evitar, la figura oscura viéndole a los ojos le recalcaba sus errores, todo lo que hizo mal una, y otra, y otra vez. Y no podía defenderse de esas acusaciones, no podía decir que era mentira, ya que de tanto decirse a sí mismo que fue culpa total y únicamente suya le era imposible el desmentirla luego de años.

¿El pasado vuelve para poner un alto a su vida? Como si hubiera podido seguir su vida luego de lo ocurrido, no cuando hasta el más mínimo detalle en su alrededor le recordaba todo. Y no, no exageraba, pero a quién podía recurrir para que eso dejara su mente.

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— ¡Ya... ya llegamos!—aquélla voz tan animada.

Tan agotada, tan desesperada y preocupada.

— ... Cha-...—se vio interrumpido por su compañía, quien le tomó por los hombros y le miró al rostro, con ese rostro que incluso en estos momentos de suma desesperación intentaba mantener una sonrisa sincera y felíz, queriendo decirle que todo estaría bien. Esos ojos que demostraban preocupación genuina por él, y quien le trató con sumo cariño, al igual que unos otros, queriendo protegerlo como si fuera realmente alguien más importante. Más importante que un simple trabajador más.

Estaban soportando el que unas lágrimas salieran, ni las palabras podrían ayudar ahora.