El vuelo de dos aves.

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Todo volvió a la normalidad, podía ver otra vez sin problemas, el silenció se apoderó del lugar..., en tanto miré hacía la puerta...

«¡Era ella!» , pensé.

—¡Que sorpresa! —dijo el hombre al abrir la puerta.

—¿Qué te trae por estos lados?, por favor toma asiento, hace muy poco que tengo una visita —dijo el hombre.

Él parecía muy alegre con la visita, como si hubiesen pasado muchos años sin verse, apenas la mujer entró, de forma rápida preparó otra taza de té.

La mujer entró tranquila, sin ningún gesto de preocupación y se sentó frente a mí, era una verdadera sorpresa verle, no sabía como reaccionar, el silencio se apoderaba de cada rincón de la casa, lo más seguro es que ella tampoco tenía la mínima idea que yo estaba aquí.

—Mucho tiempo ha pasado, desde la última vez que recibí dos visitantes el mismo día —agregó el hombre.

La mujer sonrió de una manera cortés ante el comentario del hombre.

—El té que preparas sigue siendo igual de delicioso, muchas gracias Yianno —dijo la mujer.

—Quién diría que un día, tendría a dos miembros de su familia en mi hogar —dijo Yianno.

El momento se hizo tenso, aún así no había motivo aparente, nunca tuvimos una mala relación con ella, al contrario.

—Ahora bien, Maia, ¿a que se debe tu visita? —preguntó Yianno.

—La última vez que te visité, se me quedó un objeto aquí, ¿lo recuerdas? —dijo Maia.

El hombre se levantó de su asiento, caminando a través del pasillo principal, en dirección a una de las puertas.

—Claro que lo recuerdo, me seria imposible olvidar aquello, lo he mantenido guardado esperando el día que vinieras por el —respondió el hombre desde el pasillo.

El hombre entró a una de las habitaciones, mientras murmuraba, no le lograba entender lo que decía, eran como balbuceos.

—Me hubiera gustado verte en otro momento, de comienzo estar enterada de tu regreso a este pueblo, Neil se alegrará mucho al recibir la noticia —afirmó Maia.

—Y mi padrino, ¿donde está? —pregunté.

—Él no pudo venir en esta ocasión, pero vendrá pronto, debía arreglar unos asuntos, has crecido mucho, eres la perfecta combinación de tus padres —dijo Maia sonriente.

El hombre saliendo de su habitación se integró una vez más a la conversación, traía un libro entre sus manos junto a unas cuantas hojas viejas.

—Aquí tienes, ha sido un placer guardarlo todo este tiempo —dijo el hombre.

Me percaté que aquellas hojas tenían el mismo símbolo de los fragmentos en una de sus esquinas, Maia parecía nerviosa y muy apresurada.

Se despidió acelerada, me dio un abrazo y se disculpó otra vez por el poco tiempo que compartimos.

—Pronto nos volveremos a ver, Ariel, cuídate mucho —dijo Maia, mientras cruzaba el umbral de la puerta.

Yianno tomó asiento  con una sonrisa en el rostro luego de haberse reencontrado con Maia, jamás se me hubiera pasado por la mente que este hombre tenía algo que ver con mis padrinos.

Me sentía intrigado por aquellas hojas y el libro, debían ser cosas muy importantes, ya que sólo regresó por ellas, de lo único que podía estar seguro es que algo había ocurrido.

Koeht' Y El  Brillo De Sus Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora