Mahóv y el cofre de los sueños

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Entre las cosas mas inesperadas, estaba la de encontrarme con ella, la última vez no la había logrado ver bien, debido a que estaba de espaldas subiendo la escalera en la casa de Alyen; todo estaba en silencio, sus ojos eran de un tono gris profundo, con una mirada inquietante, o quizás lo sentía así por la sorpresa que me acababa de llevar.

—¿Te sucede algo?, ¿Cómo era que te llamabas? —preguntó Koeth.

—Disculpa mi memoria es un poco frágil algunas veces —agregó encogiendo sus hombros.

—Me llamo A...

Fue lo único que alcancé a responder antes que el recepcionista hiciera notar su presencia a través de una tos que se notaba fingida.

—No es mi intención arruinar la conversación, pero hacerles entrega de las llaves correspondientes a sus habitaciones, hay más personas esperando —interrumpió el recepcionista, con un gesto impaciente.

—Su habitación será la numero cuarenta y seis, debido a que la reservada con anterioridad le estamos realizando algunas reparaciones, esta mañana tenía algunos desgastes en las puertas y ventanas, no podemos dejar que se hospede en esas situaciones —agregó el recepcionista en tanto me entregaba la llave que correspondía a la habitación.

Asentí con la cabeza sin decir una palabra, aún me encontraba un poco sorprendido por ver a Koeth en este lugar, miré un momento hacia atrás, fijándome que no había nadie después de nosotros, estaba claro de que no estábamos retrasando la espera.

Él le entregó la llave a Koeth, la cual me miraba con el ceño fruncido en un gesto de desentendida, agradeció al hombre y caminamos hacia el pasillo que llevaba hasta las escaleras, mirando de reojo pude notar que su habitación era la cincuenta y tres, así como lo indicaba un papel junto a su mano.

—En estos lugares no entiendo el motivo por el que esas personas utilizan esas protecciones de invisibilidad, me parece hasta tonto, nadie les dañará dentro de un hotel, por más horrible que parezca, tiene una magnifica seguridad —me comentó Koeth mientras caminábamos.

—¿Pro-tecciones de invisibilidad? —respondí, ahora era yo quien encogía los hombros —. ¿Qué es eso?

—¿Nunca viste una, de que clase de mundo vienes? —preguntó Koeth sorprendida, y señalando hacia la recepción—. A eso me refiero.

«Pero, si ahí no hay nada, todo estaba igual », pensé.

De pronto frente al recepcionista se comienzan a notar algunos colores, era como estar viendo el momento exacto en el que se hace una pintura, luego de unos segundos en ese espacio vacío se encontraba una mujer, alta, cabello oscuro tal carbón, con un suéter rojo tan largo que llegaba a cubrir sus rodillas, y unos pantalones blancos, definitivamente ya me quedaba claro a que se refería Koeth.

Ahora que había presenciado eso, mi rostro estaba desencajado, como si hubiese visto una clase de aparición fantasmal.

«Entonces, ¿Cuántas personas estaban detrás de nosotros en realidad? », pensé.

Koeth agitó su mano frente a mis ojos, haciéndome reaccionar una vez más, todos aquí eran tan extraños, hasta sentía que desencajaba, cada persona tenía una cualidad, menos yo.

—No sé en que clase de jaula has estado metido toda tu vida, pero estas cosas son normales, al menos aquí, creí que te habías dado cuenta de su presencia —dijo koeth.

—¿Qué clase de persona se supone que es esa mujer? —le pregunté, no podía quitar la vista de la recepción.

—¿Ella?, es igual que todos nosotros, carne y hueso, respira al igual que tú, sólo que tiene algunos talentos especiales, suelen ser bastante chismosas —respondió en voz baja, en tanto guiñaba un ojo en gesto burlón.

Koeht' Y El  Brillo De Sus Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora