Una misión en dúo. <<AcexPersonaje>>

004

Disclaimer: One Piece y sus personajes no me pertenecen, solo esta historia y su protagonista sí.

Notas de la escritora al final.

.

Un instinto de protección

Fue una suerte que aquella noche la marea se encontrara tranquila y fuera de peligro, pues así no hubo necesidad de que alguien permaneciera despierto cuidando el barco y al mismo tiempo nos posibilitó la llegada a Peto de manera rápida y segura. En la mañana divisamos la silueta de la Isla así que, al menos yo, me preocupé por llenar mi mochila de ciertas cosas que pudieran sernos de ayuda.

Aquella mañana Ace se veía con mucha energía y cuando el Piggy se detuvo en el muelle, él fue el primero en bajar. Después de sobornar al vigilante para que cuidara a mí preciado barco, Ace y yo emprendimos nuestra búsqueda por la Isla.

O al menos imaginé que ese sería el plan pues cuando comenzamos a caminar, Ace me arrastró hasta un restaurante.

-¿Qué crees que haces? -Le dije al tiempo que intentaba safar su agarre de mi muñeca.

-Vamos a desayunar algo, anda sígueme. -Exclamó con una sonrisa.

-Ace, no podemos perder el tiempo, tenemos que...-Me callé abruptamente cuando abrió la puerta del lugar y de un suave empujón me introdujo, luego de notar todas las miradas puestas en mí, sentí su presencia detrás mío.

-Ahh, ¿no huele delicioso? -Lo oí murmurar con total calma- Ahora, iré al baño unos segundos, ya no aguanto estas ganas. Mientras busca un lugar donde sentarnos, ¡ahora vuelvo! -Me susurró y tan pronto como hubo dicho eso lo vi irse desesperado.

Después de que se fuera permanecí unos segundos más de pie en la entrada del local y las miradas de las personas seguían puestas en mí, ¿qué rayos les pasaba, nunca habían visto a una chica o qué? Tomé una bocanada de aire y me abrí paso entre las mesas, divisé un espacio disponible cerca de la ventana así que me dirigí hacia allí.

Me senté con tranquilidad, coloqué los codos sobre la mesa, entrelacé los dedos y escondí la mitad de mi rostro tras mis manos. Pasaron alrededor de tres segundos cuando noté como un cuerpo delgado se posaba alado de mí.

-Hola, preciosa. ¿Cómo te llamas? -Su voz se asemejaba a la de un tonto, no era fuerte ni ronca, algo así como burlona. Lo ignoré con la idea de que sólo así se largaría- Vamos, ¿te comió la lengua el ratón?

-No molestes. -Dije, solo por si la táctica de ignorarlo no funcionaba.

-Uh, con que eres agresiva ¿eh? Te diré un secreto, me gustan las agresivas. Hace un rato te vi entrar seguido de un payaso, ¿quién es, tu novio o tu sirviente? -No respondí y la sonrisa que hace unos segundos tenía desapareció- Contéstame, perra. -Su insulto me enfureció, sin embargo no perdí la cordura, si seguía ignorándolo, se cansaría y se largaría, entonces no habría razón por la cual agredirlo. O bueno, eso creí hasta que inesperadamente una de sus manos se enredó entre mi cabello. Eso fue la gota que derramó el vaso para que mi tranquilidad se esfumara.

Lo miré con furia y sin decir nada su cuerpo quedó suspendido en el aire, sus ojos, ahora sorprendidos, se clavaron en los míos. Con una sonrisa malévola levanté dos de mis dedos y rápidamente su brazo se colocó de manera agresiva tras su espalda, rompiéndole el hueso y arrancándole un grito.

-No te vuelvas a acercar a mí, sucio cerdo. -Como si de un muñeco de trapo se tratara, su cuerpo salió volando hasta estamparse con fuerza en unas mesas algo alejadas.