INTERLUDIO

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- ¿Que clase de juego? -tenía que ponerme a disposición suya, así que me demostré serio si no quería caer en cualquier trampa que ella fuera a hacerme.

- Un simple juego de, tu y yo, ya sabes, de vida a muerte.

- Sabes claramente que nosotros no somos un juego.

Rodó los ojos e hizo un sonido de desesperación con la boca.

- ¿Tenías que ser aguafiestas siempre?

Dejé de mirarla y centré mi atención en un punto cualquier que no me recordara a que los dos nos encontrábamos ahí solos, volviendo a lo nuestro.

No quería, no quería. Muchas veces habíamos hecho el mismo juego y todo había terminado mal para la raza humana. Por dejarme caer en sus trampas, millones de almas habían tenido que quedar a disposición de ella. Haber entregado a personas inocentes había sido una de las cosas más difíciles que jamás había hecho. Al principio era fácil. Todos eran regalos. Regalos que le daba para recordarle el amor que una vez sentía por ella. Ella me lo agradecía con todas sus fuerzas. Cada vez que llegaba el momento de un humano, el momento en el que su travesía había terminado, le regalaba su alma a ella para que la pudiera conservar. Las guardaba y las añoraba. Eran sus adquisiciones más preciadas, las cuidaba con toda su muerte. Pero...

Llegaron momento en los que todo empezó a descontrolarse. Empezaron a llegar almas a mis manos sin yo haberlas reclamado antes. Humanos morían más temprano de lo que tendrían. Desde ese momento, supe que a ella le había sucedido algo malo, muy, muy malo.

- Solo es una simple cosa -su voz era suave y se notaba que esto iba muy enserio. Había dicho que solo era un juego, pero con sus bromas anteriores, nunca había usado tal tono.

- ¿Cómo estaré seguro de que no terminará mal? -ya no podía confiar en ella tan fácilmente.

- Has caído muy fácil en mis juegos. Siempre he ganado y al final te ha costado resolverlo todo cariño, pero, esta vez es diferente. Esta vez solo somos tú y yo, pero, cambio lo de antes, no es un juego...

Mentira, todo tenía que ser mentira. Su poder era más fuerte cada vez que recibía las almas inocentes de personas. Ese poder la estaba consumiendo. Quería que yo cayera otra vez, quería que...

- Una vida, por una muerte...

Sus palabras habían sido claras. Solo me estaba pidiendo que, a cambio de la muerte de alguien, otro alguien viviría. ¿Qué significaba realmente aquello? ¿Cuáles eran sus verdaderos planes?

- Que quieres conseguir con todo esto? ¿Mas vidas en tus manos?

Su respuesta fue igual como me la había imaginado. Una sonrisa que demostraba todo el mal acumulado durante todos los años desde que la había empezado a perder a ella. Iba a rechazarlo. Por nada en el mundo, iba a aceptar su propuesta. Estaba harto. Harto de ser el que siempre paga por las acciones de ella. Harto de ser el que tiene que salvar todo. Harto de esperar al menor una respuesta de amor por parte de ella. Estaba harto.

- No, nada de eso -aquella sonrisa seguía ahí y no había nada que hiciera que se esfumara.

- Entonces?

No sé si me arrepiento de haber hecho aquella simple pregunta, o sentir que había encontrado la luz que hace muchos años se había escapado de mis manos.

- Amor...

¿Y si llenamos el mundo de estrellas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora