Capítulo 4

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Y así fue, a penas salió el sol todos ya estaban preparados en medio de aquellas rejas, a decir verdad aún no estaban de el todo completos, Morrigan era la única persona que faltaba, cada segundo que pasaba era peligroso, habían muchas personas que llevaban un reloj en su mano derecha de color rojo, todas aquellas personas daban vueltas todo el tiempo por las rejas, eran las únicas personas autorizadas para cruzarlas cuantas veces lo quisieran, y su deber era prohibir el paso a cualquier persona que intenté hacerlo pie en aquel lugar tan solo vivía la gente "importante", lo único que la gente normal tenía era una enorme vista a las grandes mansiones de piedra con hermosos adornos tallados en las que vivían la gente adinerada, incluso habían asientos para la gente se siente a contemplar algo que nunca estaría a su alcance.
Los cuatro chicos estaban arrimados alado de una de las puertas por las cuales salian y entraban los vigilantes, las regas eran muy alargadas por lo cual habian varias puertas para que la gente autorizada entre y salga todos el tiempo sin tener que escalar. Todos estaban cansados de esperar más de una hora a Morrigan que no se dignaba en aparecer, tenían los nervios de punta y la gente no paraba de observarlos como bichos raros.
-¿Alguién tiene un plan? -preguntó Sophie- ¿Comos saldremos por aquella puerta?.
-Ni siquiera yo lo se -respondió Finn, no podía ocultar lo enfadado que estaba con la impuntualidad de Morrigan.
-Deberíamos irnos -respondió Harriet- estamos perdiendo tiempo.
-No voy a permitir que nadie de aquí se mueva ni intenté irse -advirtió Finn- esperaremos una hora más y si ella no llega, nos irem...
Antes de que el termine la palabra, Morrigan apareció de entre la nada, todos lanzaron un grito ahogado al mirar como un tornado se formó frente a ellos, la gente no regresó regresó ver, porque era algo muy normal que sucedan este tipo de cosas, las personas siempre aparecía de esta manera.
-Siento mi retraso -se disculpó Morrigan, ella se veía muy preparada, tenía el cabello recogido en una gran trenza que caía subre su hombro y un vestido largo de color morado, lo más llamativo era el bolso que tenía colgado en su hombro, estaba tan lleno que parecía estar a punto de reventar- estaba un poco ocupada consiguiendo estas cosas.
Ella no dejaba de rebuscar algo entre su bolso, estaba demasiado apresurada, ellos no hicieron nada más que mirarla sorprendidos y un poco aliviados, mucho más cuando vieron que la chica sacó cinco brazaletes idénticos a los que tenían los señores vigilantes, con eso cada uno podría pasar sin problema alguno.
-Genial, estaba a segundos de irte a buscar para matarte -le respondió Finn entre risas.
-Que gracioso eres -le respondió ella.
Cada uno se puso sus identificaciones en la muñeca, era increíble, un simple accesorio los diferenciaba de todos los demás, un reloj de oro que hacía que la puerta de metal se habra en frente de ellos al instante, como por arte de magia, aquel reloj era como algún tipo de chip para la gente, todos los que estaban detrás de la reja lo usaban, y caminaban como robots, sin mirarse entre ellos.
-¿Que esperan? -preguntó Harriet.
Ella tenía razón, ahora que tenían aquella identificacion no había ninguna razón para seguir esperando.
Todos trataron de pasar por la puerta esperando que estas se abran al instante al notar automáticamente la identificación que llevaban sus muñecas, al principio no estaban de el todo seguros, pero luego se llenaron de valor para caminar recto esperando de alguna manera que el camino se abra.
Afortunadamente, así fue, eran puertas atadas a algún tipo de magia, ya que la tecnología no era tan avanzada en aquel lugar.
Detrás de aquellas rejas se respiraba otro tipo de aire que Sophie ya había olvidado hace algún tiempo atrás, un aire un poco sofisticado, sólo habían grandes casas con grandes letreros, el cambio más evidente era obviamente que la gente se transportaba en autos para irse a todos lados, de donde ellos venían estas cosas no existían, aquí la gente ya no vestía tan extravantemente, estaba obligada a seguir un estilo normal y elegante. Los señores no dejaban de mirarlos todo el tiempo porque vestian y lucían un poco diferente.
-¿Algún plan? -preguntó Sophie.
-Siganme, necesitamos ver a alguién.
-¿A alguién? -volvió a preguntar Finn- No me dijiste nada sobre eso.
-Es el único que nos puede hacernos pasar desapercibidos en este lugar -dijo Morrigan, caminaba en frente de todos y ellos la seguían muy desconsertados- esto no se hace de la noche a la mañana, ¿O si?.
-Claro que no, pero no es necesario aliarnos con nadie más -le susurró en el oído para que nadie más escuche.
Ella no le respondió, tan solo seguía caminando apresuradamente por la calle, era un poco peligroso ya que algunos de los automóviles iban descontrolados.
-¿Estamos cerca? -preguntó Tyler.
-Es justo aquí -Morrigan se detuvo en medio de una casa muy elegante de más de cinco pisos, tenía demasiados arreglos florares, era el lugar más colorido y llamativo en toda la calle, había un gran letrero colgando con unas letras en otro idioma, casi no se podía entender lo que decía allí, sin poder observar más de que se trataba ellos entraron al instante.
Cuando entraron por aquella puerta de vidrio se pudieron dar cuenta de que se trataba de un hotel, las personas llevaban sus grandes maletines y dejaban sus llaves en la recepción, los resepcionestas llevaban unos sombreros que cubrían casi la mitad de sus rostros, parecían estar cpntrolados ya que nisiquiera se tomaban un descanso, tan solo contestaban llamadas y no se limitaban a tener una conversación con la gente que atendían.
Morrigan le hizo una señal a uno de los resepcionestas que trabaja en el hotel, aquel chico tenía los ojos de un azul penetrante, la mirada que tenía parecía congelar a quien lo viera, este tan solo desvío un poco su vista y se levantó al instante, luego se acercó a ellos muy cuidadosamente hacia ellos.
-No pensé que ibas a venir tan temprano -le dijo el, parecía estar un poco amenazado por alguien, hablaba muy bajo.
-Lo importante es que estamos aquí -le dijo ella.
-Siganme.
Y así  fue, todos caminaron detrás de el, al instante les entregó a cada uno una llave, para abrir sus habitaciones, el sujeto no hablaba para nada, nadie allí decía ni una palabra.
-Tienen que ser muy cautelosos -fue lo único que alcanzó a decir, cuando ya todos tenían una llave- si alguién llega a descubrirnos estamos muertos.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2017 ⏰

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