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  Nico dejó caer sus maletas sobre la cama de su vieja habitación.

—Hace tanto que no venía aquí—dijo, sentándose sobre el escritorio de madera. 

  Sally rió, acomodándose el vestido.

—Si, bueno, hace mucho que ya no eres un niño. Pero es bueno tenerte de vuelta, Nico, aunque no soy fan de las circunstancias, siempre vas a ser un hijo mío, y esta siempre va a ser tu casa.

—Gracias, tía—el pelinegro suspiró, jugando con el cierre de su sudadera—. ¿Segura de que no molestaré? Es lo último que quiero.

—No digas tonterías, Nico, jamás molestarás en esta casa—la pelinegra rodó los ojos, y acomodó a la bebé entre sus brazos antes de recargarse contra el marco de la puerta—. Paul tardará un poco en llegar hoy, Percy está con Annabeth y yo tengo que salir por unas cosas al mercado, ¿quieres acompañarme o prefieres quedarte?

  No quería quedarse solo.

—Voy contigo, ¿vas a llevar a la pequeña?

  Sally negó.

—Uno de los amigos de Percy tiene un hermano pequeño, entonces hay que ir a dejarla a su casa antes de salir, ¿espero no te moleste acompañarme?

—Yo realmente no quiero estar cerca de muchas personas hoy, tía.

  Sally sonrió.

—Puedes quedarte en el auto—después, con voz baja añadió—: y podemos pasar por McDonalds después de las compras.

  Nico jamás había subido a un vehículo más rápido.


—Paul debería estar aquí por ella a eso de las ocho de la noche, espero no sea muy tarde—avisó la mujer, tragando saliva.

—No, está bien, te hemos dejado a Pete mucho más tarde.

  Sally sonrió.

—Oh, ¡gracias!—metió la mano a uno de sus bolsillos—. Ten, dinero para cualquier cosa que se ofrezca y... ¿está Will?

  Naomi parecía irradiar alegría.

—No, hoy no. Una amiga suya regresó de Italia y fueron a comer, ¿se ofrecía algo?

—Oh, Percy me dió este disco para él. Es una lista de reproducción, o algo así, que últimamente han intercambiado varias, pero como se fue de imprevisto a Italia un par de meses no tuvo tiempo para darle otra.

  La castaña tomó el disco con cuidado.

—Ah, sí. Tengo una para él, también. ¿Quieres entrar? Necesito ir a recogerlas.

—Ah, no. Mi sobrino está en el carro, vamos a ir a comprar unas cosas para la cena, ¿puedo quedarme aquí afuera?

  Naomi asintió levemente.

—Voy a tener que cerrar la puerta, lo lamento, Kayla adoptó a un nuevo gato pero está acostumbrado a la calle, y no queremos que se pierda porque no es de esta zona. 

  Sally sonrió.


—Necesito ir por carne y deberíamos irnos—dijo Sally, marcando las cosas en su lista—. Usualmente es donde más gente hay, ¿quieres esperarme aquí?

  Nico sacó su celular y asintió.

—Okey, ya regreso.

  El pelinegro inmediatamente se colocó los audífonos y buscó en su biblioteca el cover que Lou Ellen había hecho de Disappear, si bien no conocía el musical, conocía a la chica. Bianca la había llevado a su casa en Roma un par de veces antes del accidente, y la peliverde era buena persona, sabía cantar y cocinar. Jugaba Mario Kart mejor que cualquiera que Nico jamás hubiera conocido —y eso que pasó su infancia jugando Mario Kart con sus primos— y tenía un sentido del humor bastante único.

  Tal vez era por eso que le agradaba tanto a su hermana, decidió Nico. A Bianca siempre le habían gustado las personas que sabían reírse con el mundo.

  Levantó la vista de su celular solo para encontrarse que, frente a él, se encontraba la misma Lou Ellen. Estaba acompañada de un par de adolescentes que parecían ser pareja por como se miraban, y los tres llevaban unas playeras naranjas que leían "Campamento Media Sangre" sobre un pegaso negro, sabía de ellas porque Percy había pasado casi siete años en ese campamento de pequeño.

  Los tres platicaban animadamente, un chico rubio sostenía una canasta y de vez en cuando se acercaba a algún puesto para comprar algo y meterlo en la canasta. El último chico, un castaño, sostenía una cámara y enfocaba más que nada al rubio.

  Nico suspiró, considerando acercarse a saludar, pero decidiendo mejor que no valía la pena hacerlo. El chico castaño sostenía la cámara con experiencia, y de vez en cuando alguno se volteaba a hablarle a la cámara, así que dedujo que eran otros YouTubers. 

  Recordaba haber visto al rubio en algunos paneles de VidCon, y también en algunos Meet and Greet, tenía millones de fans y el cielo en los ojos, o algo así decía un hilo en Twitter que se había encontrado por ahí, acosando los perfiles de sus mejores amigos.

  La peliverde agregó algunas cosas a la canasta y levantó la vista para pagarle a la señora del puesto, y por el rabillo del ojo Nico creyó que lo había reconocido, pero para su suerte Sally tomó su brazo y empezó a arrastrarlo al carro, hablando acerca de un señor gordo y feo que seguía molestándola para comprarle cerveza. 

  Nico resistió las ganas de mirarle por encima del hombro.

Teen Idle » Solangelo AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora