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  Percy arrastra a Nico al cine, parcialmente porque su primo no ha dejado la oscuridad de su cuarto más que para asaltar su refrigerador y principalmente porque no quiere ir a ver la película de My Little Pony solo.

  Nico refunfuña todo el camino, desde que Percy lo forza a subirse al carro hasta que promete esconderle una Cajita Feliz y dársela en la sala si se calla de una buena vez.

  No sorprendentemente, el pelinegro se queda callado el resto del camino.

  Pasan primero a McDonalds, porque Nico insiste en bajarse del carro en movimiento después de que Percy pasa de largo dos Drive Thru sin entrar, y piden una dos Cajitas Felices y una orden de papas porque Percy tiene hambre antes de volver a encaminarse hacia el cine.


  Cuando salen, Nico está llorando, tiene sus dos juguetes bien escondidos en los bolsillos de la cazadora e intenta esconder sus lágrimas pasándose las mangas de la chamarra de manera nada sutil.

—¿Te gustó?—pregunta Percy, y su primo lo mira con odio.

  Percy sonríe, pasa un brazo sobre los hombros de Nico y lo abraza mientras siguen caminando.

Vaffanculo—responde el italiano, tapándose los ojos con el fleco para que nadie vea sus lágrimas.

—Tranquilo, caro, yo lloré también—el pelinegro se lleva una mano al pecho y sonríe.

  Nico deja la caja de palomitas vacía en la basura y Percy avienta su vaso de Coca Cola Cherry en el bote de inorgánicos. 

  Fuera de la sala el mundo parece virtual, la cabeza aún le da vueltas a Nico y hay algo en su cerebro que todavía no se acostumbra al cambio de imagen después de pasar dos horas en un cuarto oscuro con otras ochenta personas. 

  El brazo de Percy cae de su hombro y de repente su primo está esprintando en el cine, gritando y moviendo los brazos con la coordinación de una jirafa recién nacida y Nico tiene que forzarse a separar la ficción de la realidad si quiere seguirle el paso, pegándole accidentalmente a personas en su carrera por no quedarse atrás.

  Finalmente lo alcanza cerca de las escaleras eléctricas, el pelinegro está abrazando a dos chicos con tanta fuerza que los abrazos de Frank se quedan cortos, pero ambos lo están abrazando con la misma intensidad.

  Desde donde está parado, Nico divisa una mata de pelo castaño y brazos bronceados llenos de pecas, pero lo demás de estos misteriosos sujetos queda tapado por la espalda de su prima y un cartel que anuncia el estreno de una película acerca del Día de Muertos.

—Cosa pensi stai facendo, Perce?!—grita, quitándose el fleco de los ojos para evitar chocar contra más personas—. Me hai lasciato lí senza nessuna spiegazione e...

—Scusami, fratellino!—el pelinegro deja a ambos adolescentes para voltearse con manos levantadas hacia el italiano—. Pensavo avere visto alle mie amichi fronte a noi e...

—Pudiste haberle dicho al niño que te ibas a soltar a correr como imbécil, Percy—dice uno de los chicos que estaba abrazando su primo, ojos azules brillando y sonrisa tan blanca como la crema—. No hay necesidad de tratar tan mal a tu primo.

—¡Exacto!—Nico levanta ambas manos en el aire, ignorando que este chico —rubio, de ojo claro y con pecas, bronceado de dios griego y sonrisa de Afrodita— acaba de llamarlo niño.

—Soy Will, por cierto—se presenta el rubio, extendiendo una mano, y Nico quiere llorar porque ya nadie hace eso—. Lamento que este idiota te haya dejado atrás.

  Nico toma la mano que le están ofreciendo, intenta ignorar el rubor de sus mejillas y se presenta propiamente. Una mano más sale a su derecha y un chico de pelo castaño y ojos del color de la miel le guiña.

—Cecil Markowitz, bebé—Percy rueda los ojos y salta como mamá leona a defender la inocencia de su primito ante el depredador malo que es este chico moreno.

  Algo en el cerebro de Nico hace click y se da cuenta de que ha visto a estas personas antes, con Lou Ellen en el supermercado hace días. 

—El mundo es pequeñísimo—dice, riéndose, y los tres adolescentes frente a él lo ven con labios fruncidos. 

  No hay palabras humanas para explicar cómo se siente, así que se despide con la mano y baja las escaleras eléctricas riéndose y llorando al mismo tiempo, dejando a su primo y a los amigos de Lou Ellen atrás, intentando perseguirlo entre la multitud. 

Teen Idle » Solangelo AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora