capítulo v

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Tres días después, finalmente, Zayn estaba recuperado. 

Ese día, como es lo habitual, regó sus plantitas, les sirvió comida a sus mininos y se preparó su taza de té, haciéndose un termo aparte para poder llevarlo al trabajo. 

Se sorprendió también al ver a Frankie echado sobre la mesa de la cocina en vez de estar paseando por los techos de las casas vecinas, pero alegremente lo saludó y salió de su casa para dirigirse a Rose's Tattoos, sin olvidar despedirse cariñosamente de cada uno de sus bebés (a excepción de Rosetta, quien se encontraba revolcándose en la tierra del patio). 

El día estaba agradable. Había bastante sol, a pesar de que estuviera fresco y corriera una brisa helada. A Zayn le gustaban los días así, los encontraba perfectos para ir a pasear. 

Cuando ese pensamiento cruzó por su cabeza, inmediatamente recordó la salida que le había prometido a Liam y, teniendo en cuenta que todas las condiciones para salir estaban a su favor, no dudó (o no mucho) en enviarle un mensaje al castaño para que se encontraran luego del trabajo.

"¡Buenos días, Liam! Hey, iba camino al trabajo, ya que estoy completamente recuperado de mi resfriado y, bueno, me preguntaba si nuestra salida aún está en pie. Ya sabes, para que nos juntáramos más tarde, ¿qué dices?"

Luego de eso, guardó su celular para no arriesgarse a algún robo y, cuadras más adelante, llegó a la tienda, empujando la puerta y oyendo la campanita que anunciaba la llegada de alguien. 

Como siempre, la tienda estaba impecable, ya que Mike se encargaba de tenerla así siempre. Decía que la imagen y las primeras impresiones lo eran todo al momento de tomar decisiones, fuera cual fuera la situación. Lo que sorprendió a Zayn fue ver a Louis en el mostrador un día lunes, ya que el moreno tenía entendido que sólo trabajaba los días martes y jueves. 

El castaño se encontraba con su cara de aburrimiento habitual, apoyando su cabeza en una de sus manos mientras veía casi con burla y odio a los clientes que esperaban nerviosos su turno para su tatuaje. 

—Mira a esas pequeñas ratas cobardes. No entiendo por qué vienen si van a estar llorando como nenas todo el tiempo. Es rídiculo, ¿no crees? —preguntó sin quitar la vista de una chica rubia, quien, junto a su amiga, se quejaban del dolor que les provocaría el tener la aguja en su piel.

Zayn frunció el ceño, extrañado por la actitud del ojiazul quien, si bien se comportaba como un imbécil la mayoría del tiempo, nunca era a tal magnitud.

—Buenos días a ti también, Lou —contestó el moreno en cambio— Dos preguntas: ¿Qué haces aquí un día lunes? y, segundo, ¿por qué estás tan fastidioso? 

—Una sola respuesta, pastelito: Mike —y tocándole la nariz al momento de nombrar al responsable de las actitudes de Louis, este volvió a mirar con fastidio a las dos amigas— Ese orangután no pudo venir a trabajar y, ¡adivina a quién encontró perfecto para reemplazarlo! A mí. 

Zayn rió levemente por la rabieta del mayor y, sin prestarle mayor atención, se dirigió a la parte trasera de la tienda para poder empezar a acomodarse y a atender a los demás clientes que Thomas no podía. 

Thomas había comenzado a trabajar en la tienda no hace mucho tiempo, quizás alrededor de un año. Era bastante alto y delgado, pero tenía sus músculos bien marcados. Sus ojos eran cafés y su cabello castaño; rapado a ambos lados y con unos rulos bien formados en el cabello medio largo que tenía. Era atractivo, bastante, y Zayn se sentiría atraído por él si no fuera porque sabía que él era completamente heterosexual. Una lástima. 

Invierno »ziamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora