¿Castigada? Hecho. ¿Cámaras confiscadas? Hecho. ¿Arrepentirme de haber contado la verdad? Hecho.
Miserable ni siquiera se acercaba a describir cómo me sentía. Contar la verdad había sido lo correcto, lo que tenía que hacer, pero también era lo peor. No recuerdo la última vez que había llorado de esa forma, y no sabía a dónde ir ni que hacer. Lo único que sabía era que todo, cada hueso, cada músculo, me dolía. Especialmente el corazón.
Empujar las puertas de entrada, tarea a la que me había acostumbrado durante mis cinco años de instituto, se me hizo más difícil de lo usual. Cargaba con peso extra: seis libros para ser exacta, todos introducciones al mundo de la literatura. Cuando les conté la verdad a mis padres, después de un montón de gritos, reprimendas, castigos y llanto, me dieron dos opciones: negocios o literatura. No me gustaba ninguna de ellas, pero era mi uncía opción. Había retado a mi familia; ellos creían que lo merecía y, sinceramente, yo también lo hacía. Sin pensármelo mucho, había escogido la literatura, y ahora esos libros eran mis nuevos mejores amigos.
Caminé cabizbaja, arrastrando los pies por el suelo, demasiado cansada para hacer algo de provecho. De repente impacté con fuerza contra alguien, haciendo que todos mis libros se esparcieran por el suelo.
- ¡Mierda, lo siento! - escuché su voz mientras dirigía la mirada hacia los libros esparcidos por el suelo. De todos los estudiantes del instituto, tenía que ser él. Maldito Kook.
Frustrada, ignoré sus disculpas y empecé a recoger los libros. En pocos segundos él ya los había colocado en un perfecto montón. Le miré en silencio mientras recorría los títulos de todos y cada uno de los libros con sus ojos castaños; frunció el ceño.
- ¿Qué te ha dado con la literatura? - preguntó, devolviéndome los libros.
- Me interesa la literatura, Kook. - mentí poco convincente, encogiéndome de hombros – Es mi futuro. ¿No lo sabías?
Clavé mi mirada con rabia encima de la suyas. Era mi futuro por su culpa. Frunció el ceño.
- ¿Y la fotografía? - susurró. Reí con arrogancia.
- ¿La fotografía? - le escupí mientras un arrebato de ira me recorría el cuerpo. Jungkook seguía en silencio, luchando consigo mismo para encontrar las palabras adecuadas para decir algo, pero fallando a cada intento. Aun así, no fue suficiente para aliviar el dolor que me producía el hecho de que tanto él como la fotografía se habían acabado para mí. Desvié la mirada a la nada. - Da igual, ya se ha acabado.
- ¿Qué quieres decir con eso? - levantó las cejas.
- Nada. - murmuré, para después seguir caminando hacia las taquillas. Pero él aún no había acabado.
- Hye Jin, tus padres han...
- Han dicho que nada. - respondí con dureza antes de que pudiese terminar, mirando como Hoseok y Taehyung nos observaban con curiosidad. - Déjame en paz.- espeté, deshaciéndome de él y caminando hacia mis mejores amigos.
No me siguió. Gracias a Dios.
. . .
- Desearía poder ir contigo. ¡Pero tienes a Tae, estará bien! - sonreí; se me escaparon un par de carcajadas mientras escuchaba sus gruñidos al otro lado de la línea.
- ¡Me estas volviendo loco! - se quejó, pero yo negué con la cabeza, hundiéndome entre las almohadas de mi cama mientras paseaba la mirada por la calle.
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Tomorrow [JJK]
FanfictionHye Jin + fotografía = magia. O por lo menos en la mente de Hye Jin. Aun así, cuando sus padres rehúsan tomarse su pasión por lo fotografía en serio, se ve forzada a tomar medidas desesperadas donde, hacerse con su enemigo, se convierte en su cruda...