Historia.1

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Respirar, eso es lo que necesito, respirar, pero hay algo que me oprime el pecho, y no sé que es, me encuentro tumbado en el suelo, frío y húmedo, miro a mi alrededor y me encuentro en una sala de hormigón de pequeñas dimensiones, y solo hay una bombilla que alumbra toda la sala. No estoy atado de ninguna forma, pero aún así no me puedo mover, es como si el aire fuera denso y pesase, pero, toda la presión se concentra en mi caja torácica,y solo me deja inflar mis pulmones lo suficiente como para sobrevivir. No puedo levantar la cabeza del suelo para mirar si hay una puerta o un hueco que me permita salir. Está todo en silencio y solo escucho mis pulsaciones retumbar en mis oídos, no sé cuándo ni como he acabado aquí, solo sé que me encuentro pesado y con frío.

No tengo ninguna referencia temporal, así que me pongo a contar los segundos que transcurren, para estimar el tiempo que pasa. Cierro los ojos y trato de respirar hondo, aún a sabiendas de que me resultará imposible. No me siento agobiado, y es extraño dada la situación, simplemente estoy aburrido y algo entumecido, y me empieza a entrar el hambre.

He perdido la cuenta de los segundos que han pasado ya, pero, para mi sorpresa he empezado a escuchar algo que no es el pulso de mi propio cuerpo, y además he conseguido empezar a respirar mejor. Lo que escucho es algo así como el ruido de la lluvia, pero de una lluvia muy tenue, por lo menos ahora, puedo hacerme una idea de lo que hay fuera de este cubículo.

Acabo de ponerme en pie, y es extraño, porque no tengo la sensación de estarlo, me siento como si aún estuviese tumbado, pero eso no es lo más raro, lo raro es que hay una puerta, blanca, como la de un trastero, y no tiene cerradura, eso solo puede significar que soy libre de salir de esta sala. Sigo escuchando llover, pero además escucho el ruido de pájaros, y de el viento cuando pasa entre los árboles, solo me queda armarme de valor y salir. Pero hay algo que me detiene, y es el miedo, el miedo a no saber que hay detrás de la puerta ni que pasará cuando la abra, ni si habrá alguien, o de si hay alguien que podría hacerme. Cierro los ojos y respiro hondo, muy hondo, tratando de coger todo el aire que pueda, y pongo la mano en la manilla de la puerta, cierro los ojos, y abro la puerta...

Patito KalimeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora