Capítulo II

2 0 2
                                    

Han pasado 2 meses desde ese incidente, no volvió a ver a los niños, ya no tenía nadie quién le ayudará a conseguir provisiones.
Tenía mucha curiosidad de que había en esa casa, pero tenía mucho miedo de ir de nuevo; se fue al mercado con su pequeña hermana para ver que podía conseguir de comer.

—Vamos Romina, debemos buscar provisiones—dijo Deo.

—Si —Contestó.

Empezaron a buscar cualquier recurso que se pudiera, pero sólo encontraron un poco de pan y unas cuantas naranjas; la gente los miraba mal por ese aspecto que tenían. El muy desesperado no sabía que hacer ya que no consiguieron mucho.
Deo empezó a perder esperanzas de poder sobrevivir con lo poco que consigue, no le quedaba otra opción; tuvo que robar un par de cosas. Se fueron corriendo para que no se dieran cuenta de lo que acaba de hacer, corrieron y corrieron hasta llegar donde se estaban quedando. Pero nunca se imaginaron que uno de los chicos los estaba vigilando.
Cuando llegaron encontraron un costal que contenía: comida, medicina, ropa y algunas mantas; Deo se puso feliz al saber que los chicos lo habían ayudado una vez más.
—Gracias por esto —dijo en voz baja.
Cuando se dio la vuelta pudo ver a uno de los chicos, pero no pudo ver su cara ya que la traía una capucha.

—¿Fuiste tú quién me dio esto? —Pregunto  Deo.

—Así es, lamento lo que sucedió aquel día—Respondió el chico— Realmente no debiste ir.

—¿Por qué lo dices?

—Lo siento, debo irme, hablaremos y te traeré más provisiones para ti y para tu hermana.

El chico se fue dejando caer un pequeño costal con unas cuantas monedas.
Ese día Deo y su hermana tuvieron mucha suerte y nuevamente fueron salvados por esos chicos. Pero él no podía aceptar más cosas de ellos, ya que en diversas ocasiones los habían salvado; él quería conseguir trabajo.
Fue por todo el pueblo preguntando por algún empleo, pero no hubo resultados, cuando de pronto un señor iba preguntando por la calle si alguien quería un trabajo, Deo fue corriendo a ver de qué se trataba. Cuando llego observo que el señor era un conocido de sus padres.

—Señor, ¿De qué consta el trabajo? —Preguntó Deo.

—Pues mira chico, el trabajo es sólo llevar una carga al pueblo vecino, cobrar y regresar con el dinero.

—¿Y cuánto pagaría por hacer esa entrega?

—Serían unas 50 monedas, si es que la entrega llega a tiempo y en buen estado.

—Trato echo, yo me haré cargo de realizar esa entrega.

—¿Estás seguro niño? Es una gran carga.

—No hay de qué preocuparse, yo me haré cargo.

—Está bien te veré aquí mañana al amanecer.

Deo se fue corriendo a buscar sus cosas y a su pequeña hermana para hacer esa entrega.
Al amanecer Deo y su hermana se fueron a buscar al señor para realizar el trabajo, cuando llegaron al lugar acordado el señor los estaba esperando con una carreta.

—Vuelvan mañana por la tarde —Dijo el señor—Quiero que cuiden muy bien de la carga, va dirigida al Sr. Timoteo.

—Entendido, nos haremos cargo.
Partieron al pueblo vecino en busca del Sr. Timoteo. Pero quién diría que no sería tan fácil.

Ya estaban a punto de llegar, cuando de pronto, un grupo de bandidos apareció. Ellos dos estaban tan asustados que salieron corriendo de allí, pero uno de los bandidos alcanzo a tomar a Romina.

—Pero mira nada más que pequeña lindura tenemos aquí —Dijo uno de los bandidos—¿Cuánto creen que nos den por la niña?

—¡Déjala en paz, por favor no le hagas daño! — Grito Deo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 17, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora