Sus ojos se encontraron.
Él la volvía a admirar detalladamente,
Ella se ruborizaba por su mirada.
Cada uno esperaba un café,
un café de esos que te traen recuerdos,
un café de esos que te llevan a otro mundo.
-Gracias- Dijeron al unísono sin darse cuenta y se escondían el uno de otro al notarlo.
Todo siguió como si nada.
El momento.
La magia.
Se levantaron de sus mesas al mismo tiempo.
Ella seguía siendo bajita y tenía esos ojos que lo
hipnotizaban.
Él apenas creció tres centímetros y seguía teniendo ese aroma que la
alteraba.
No queda nada más que dos desconocidos conocidos saliendo de una cafetería tomados de la mano.