Penumbra

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Salí cuando todo se había calmado,
una voz me sostiene
pero consigo escapar.

Después de leer un poco,
la puerta de un auto blanco nieve
se abre lentamente.
Aún que en mis ojos ya no llueve,
cicatrices quedaron en mi mente.
Un pié pisa el suelo,
luego el otro.
Mis dedos truenan aquellas pisadas de aquel hombre bajo que con un poco de cobardía me mira.

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