¡Cómo se solidifican los elementos!—
La luz de la luna, aquel acantilado de tiza
en cuya fisura dormimosespalda contra espalda. Oigo a un búho que grita
desde su frío índigo.
Las vocales insoportables penetran en mi corazón.El hijo en la cuna blanca se mueve y suspira,
abre la boca, ahora, exige.
Su carita, tallada en la madera roja de la aflicción.Además están las estrellas –imposibles de erradicar.
Un roce: arde y enferma.
No puedo verte los ojos.Donde el manzano en flor congela la noche
yo camino en un círculo,
un surco de antiguas culpas, profundo y amargo.El amor no puede llegar hasta acá.
Un hueco negro se revela.
En el labio opuestoun alma chiquita y blanca se agita, un gusanito blanco.
Las piernas me abandonaron también.
¿Quién nos desmembró?La oscuridad se deshace. Nos tocamos como lisiados.
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