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Yoongi mantuvo la vista fija en el más alto, quien se mantenía examinando la pequeña y desordenada casa del más bajito desde que habían llegado y todo era debido a que al entrar por la puerta y apenas estar en el reducido pasillo, las blancas paredes eran decoradas por adorables fotos de la infancia de Yoongi. Jin les miraba con encanto, sonriendo y riendo por las posturas tan tiernas que hacía el bajito cuando era un menor.

El pelinegro se sintió avergonzado, por lo que prefirió alejarse de aquél mayor emocionado, buscando con su mirada la sudadera que había olvidado por la mañana, encontrándola encima del viejo sofá. Yoongi caminó hasta ella, y comenzó a cubrir su cuerpo con ropa que pudiera darle más calor.

—¿Aún tienes frío?— preguntó Jin, prestando atención al pelinegro, quien se abrazaba a si mismo.

El bajito le miró, negando con la cabeza.

—Yo sí. ¿Me abrazas?—extendió sus brazos, con la intención de que el pelinegro lo abrazara, pero él sólo se dio la vuelta, dándole una señal con la cabeza de que le siguiera. 

Seokjin le miró, comenzando a caminar detrás del pelinegro en dirección a una vieja puerta de madera. El chico de la tez pálida abrió la puerta, encendiendo la luz, ingresando dentro de ella.

—Vamos a dormir.

Dicho aquello, Jin entró en la habitación de igual manera, logrando ver lo ordenado que Yoongi mantenía su habitación y lo bien que ésta olía. 

— Me gusta tu casa, es muy cálida — habló Jin, notando como el pelinegro comenzaba a acomodar su cama con tranquilidad. 

— También me gusta — respondió el pelinegro, subiendo a su cama ya lista, acostándose sobre ella, dándole la espalda al castaño quien hizo un puchero —. Me hace creer que ella aún está aquí.

— ¿Ella? — inquirió Jin, acercándose hacía la cama, tomando asiento en el borde.  

— Mi abuela. 

Jin asintió con la cabeza, formando una línea con sus carnosos labios sin saber que responder ante aquello. Conocía el sentimiento, pero, no conocía las palabras correctas para ello, así que decidió actuar. 

Subiéndose sobre la cama, pasando por encima del delgado cuerpo del pelinegro para intentar acomodarse entre el cuerpo del contrario y la fría pared de la habitación. Jin lo logró con dificutlad, debido a que a pesar de que Yoongi lo sentía, no se movió, provocando que Jin quedara a unos centímetros de su pacífico rostro.

—¿Alguna vez te han dado un beso de buenas noches?—pregunto Jin, mirando fijamente los ojos cerrados del contrario. 

El corazón de Yoongi se aceleró y sus ojitos se abrieron con sorpresa por la pregunta del mayor, sorprendiéndose por ello y aún más por la cercanía entre ambos. Min podía notarlo, podía ver la hermosa piel del castaño, sus hermosas pestañas, esos lindos ojos que le pertenecían y sobre todo, aquellos carnosos labios que le derretían tan cerca de él, lo que causó un poco de pánico dentro de él, haciéndole sentirse avergonzado y nervioso, tomando su frazada para ocultar su rostro de la mirada tan atenta de Kim.

—Mi abuela solía hacerlo cuando era un pequeño — dijo finalmente, después de haber ocultado su rostro. 

Jin sonrío con ternura, al ver lo adorable que era el pelinegro. 

—¿Y no quieres que yo te dé un beso de buenas noches?—alzo la ceja divertido y el pelinegro bajó la manta al instante, observándole con seriedad por sus palabras. 

¿Él estaba hablando en serio? ¿Le daría un beso?

—¿V-vas a darme un beso? — preguntó, con un tono de voz tan bajo y lleno de ilusión.   

doll ; yoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora