Salvando a Lena

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Capitulo IV

Me despierto en la madrugada, no he podido dormir de solo pensar que tendré que fingir amarla, hasta que punto he llegado, primero me caso y ahora finjo amor hacia ella he caído muy bajo esta vez, sin embargo debo hacerlo para levantar la empresa. 

Doy vueltas una y otra vez hasta que escucho una suave melodía, la reconozco de inmediato es una antigua canción que me encantaba tararear cuando era un poco más joven, en ese entonces buscaba a quien dedicársela, pero nunca encontré a la persona indicada – veo que tu tampoco puedes dormir – digo al dar un ligero bostezo y volver a cerrar los ojos. 

En la mañana… 

Despierto temprano y termino de arreglar mi maletas – buenos días – dice mamá al verme bajar – bueno días – digo al terminar de abotonar mi blusa blanca – ¿desayunarás? – dice al leer el diario – si, yo misma iré hacerme algo – digo al caminar a la cocina y ver a Lena prepararse unas tostadas, mientras bailaba al ritmo de una canción, mueve sus caderas y su trasero de una manera tan… – mi niña buenos días – dice nanny al lado mío – ahhh!! Nanny me vas a matar de un susto – digo al dar un saltito y colocarme la mano en el pecho – lo siento – dice al sonreír – buenos días Yulia… – dice Lena al apagar la radio y salir, creo que también se asusto – quiero un café – digo sentarme en la mesa y entrar inconcientemente en mis cavilaciones. 

¿Qué me esta pasando? Ayer la ayude a colocar el ángel y hoy me quedo como tonta viéndola bailar, aunque para ser sincera cualquiera se hubiera detenido a mirarla, a pesar que solo llevaba puesto una camiseta de tirantes blancas y un pantalón holgado rosa, se veía sexy, esos movimientos tan provocativos y altamente sensuales me hicieron desvariar, juro que quiero ser dura con ella, quiero ser fría, pero hay momentos en que la quiero besar para ver si se me pasa esta locura. No sé que hacer, no me quiero enamorar, quiero odiarla, mas ahora todo es diferente, al llegar a Siberia deberé “fingir” que la amo y no sé si simplemente seré sincera por una vez conmigo misma o de verdad trataré de fingir. 
Mi cabeza es una telaraña de pensamientos y cada uno de ellos tiene nombre y apellido “Elena Katina” 

Siento como alguien me toca al hombro así que salgo de mis pensamientos - ¿ah? – digo al notar que me he tomado la taza de café sin darme cuenta – ya es hora de partir – dice mamá al colocarse unas gafas color marrón – esta bien – me levanto aun pensativa y me despido de nanny que pasará las fiestas con su familia en la casa que les dejo mi padre. 

Subo las maletas a la camioneta y me coloco mi ipod, los chóferes tienen todos estos días libre, por tal razón mamá manejará, Lena esta a su lado leyendo uno de sus libros, cierro los ojos y trato de disfrutar el viaje hasta el aeropuerto, donde nos espera nuestra avioneta privada. 

Mi Tía Katerina y Dimitri construyeron una casa en Taimir muy cerca de Jatanga donde siempre pasan sus vacaciones junto a mi primo Alexander, que por cierto, es un odioso, no lo soporto, espero esta vez no volverme a pelear con él, desde pequeños siempre competimos en todo, yo siempre le ganaba en cosas materiales (autos, departamento, empleos, universidad, etc.) Lo que él no sabe, es que yo hubiera dado todas esas cosas para tener lo que él tiene “un verdadero padre” pero con el tiempo entendí que nadie escoge a sus padres, desde ese momento deje de competir con él y empecé hacer yo misma, desde entonces no nos hablamos. 

Al llegar al aeropuerto nos demoramos un poco, al parecer a mamá se le quedo su abrigo favorito, así que tuvo que comprar otro, después de eso nos subimos a la avioneta, en el camino Lena y mamá platicaban sobre un libro “que mi esposa” (que raro suena) quería leer, según ella el libro era el mejor ya que había escuchado que su escritor favorito lo había escrito basándose en una historia real de amor, el nombre del libro es “fiebre de verano” mi madre le dijo que hablaría con algunas amigas de ella que también le encantaban leer novelas de amor, algunas de ellas podría conseguírsela, Lena se emociono al escuchar eso, lo otro no lo escuche, ya que el sueño me venció. 

Mi odiosa MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora