Efímero

La caja de Pandora

Cuatro paredes, un sofá, una cama, una televisor, una serie, allí dio el inicio de nuestra pasión, la cual involucramos sin pensar, aun siendo observados de manera letal. Los vigilantes nos observaban: nuestros movimientos, nuestras gesticulaciones, así que teníamos que tener mucho cuidado, un error sería fatal.

Distraídos y embelesados los vigilantes estaban, allí fue el momento idóneo, tenía que aprovechar. Te observé, tú mirabas esa caja mágica, la cual distraía a nuestros centinelas. Con sutileza moví mi mano, pase por el frío espaldar de color barniz que teníamos atrás y en cuestión de segundos llegué a ti, mis yemas te pudieron palpar. A pesar de ser una simple acaricia, nos llevó a más, te encendiste tal cual un volcán y la erupción no pudiste controlar, ese magma fluía como riachuelo, el cosquilleo te llevó a volar.

Prohibido estaba, lo sé, pero no me pude aguantar. Mis manos bajé, ese acolchado toqué y entre el me deslicé tal cual una serpiente, sigilosa, sin ser vista a los ojos de su presa. Al llegar subí por esas nubes sólidas, estaban ardientes, y cada vez que me movía entre ellas más febriles ser tornaban, querían relampaguear, su fuerza demostrar.

Abrasador como un fósforo te encendiste, nuestras manos se engranaron y una danza entre ellas surgió, agua y fuego emergió; el choque se hizo abrumador. En ese momento algo nos movió, queríamos más, la caja de Pandora estaba abierta y tú y yo éramos la oscuridad que dentro de ella estaba, la cual dejamos escapar con mucha facilidad. ¿Pero para que arrepentirnos? Es lo que queríamos con tanta intensidad.

Al centro llegué, a esa cueva húmeda de agua gelatinosa y semejante tranquilidad , aunque bloqueado estaba, pero aun así pude sentir algo, esa sensación cálida, la cual emanabas, la cual experimentabas. Aunque no fuiste la única, regresé a mis orígenes, volví a sentirme como un niño, el cual besa y se desmaya, al momento de estar con la chica anhelada.

En esa ocasión no surgieron todos nuestros males, pero más tarde emergieron los sombríos pensamientos, los cuales fueron trasmitidos por una línea ficticia, sentidos por los dos, escuchados tal cual una canción; llegando a ese paraíso, donde incrustamos nuestras almas, y finiquitamos nuestra llegada, la cual fue placentera y gozosa; abriendo finalmente la caja, la cual ya no tememos, pero ahora poseemos.