Capitulo uno (1)

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Mi corbata está mal, mi traje tiene una pequeña arruga y para colmo desperté más tarde de lo usual, tomo un poco de café ignorando a la señora Martin quien me acomoda la corbata en un segundo mientras me insiste que debo comer algo o si no me dará un soponcio.

Luego de tomar el café y decirle que planche bien mi ropa tomo las llaves de mi auto y salgo de casa sin despedirme. Ella como siempre se pone junto a la puerta para despedirme cuando salgo del garaje, yo como siempre finjo distraerme en cualquier cosa con tal de no verla.

Tomo un pequeño atajo por una de las calles principales y acelero a fondo pues una importante junta está esperando por mí.

Llego más rápido de lo esperado y subo el ascensor sin saludar a nadie como de costumbre. Llego a mi oficina y a paso apresurado me dirijo a sala de juntas con la frente en alto y mi caminar erguido. Abro la puerta, notando primeramente que todos ya están aquí, ellos como muestra de respeto se levantan y me saludan.

-Señor Sharman.- dicen todos.

-Buenos días.- respondo sin disculparme por mi retraso.- Comencemos.

Tomo asiento a la cabeza de la mesa y escucho con atención los nuevos proyectos que los demás tienen para la compañía, yo siendo el presidente de esta solo debo escuchar y elegir que me gusta y que no, que es bueno y que es detestable. De vez en cuando asiento ante una pregunta directa para mi, otras solo los miro fijamente. Ellos un poco intimidados por mi silencio tratan en vano de mejorar sus exposiciones.

Siempre en estas juntas hay un momento donde las cosas dejan de ser importantes y se vuelven realmente aburridas, es justo ahí donde aprovecho para sumergirme en mis pensamientos sin parecer absorto a la reunión. Mis pensamientos siempre tienen que ver con la soledad que va a mi lado en cada momento.

Deje de desear en vano una mujer para mi hace mucho, pues todas mis oraciones no fueron más que ignoradas por aquel ser superior que dice escuchar y dar a todo aquel que tenga fe. Pues luego de años bajo su ignorancia simplemente la fe se esfumo de mi sistema. Volvería a creer en él, el día que viera a una chica y con solo una mirada me enamorara de ella. Pido mucho, pero para el nada es imposible según dicen y quería verlo en acción con mi suplica.

Vuelvo a la realidad cuando escucho brevemente que alguien dice mi nombre. Levanto la vista y un chico de unos veinte años me mira temeroso bajo sus lentes mientras sostiene unos planos.

-¿Si?

El chico se aclara la garganta para parecer seguro pero en sus manos veo un leve temblor.

-Le decía señor, que si reducimos el precio de la mano de obra y lo invertimos en más maquinaria en unos meses tendríamos resultados favorables.

Frunzo el seño y los demás contienen la respiración.

-¿Exactamente como piensas reducir el precio a la mano de obra?- pregunto lo obvio pero quiero que él me lo diga.

-Podríamos reducirles el salario o hacer recorte de personal. Señor.

Tomo una respiración profunda para controlarme un poco antes de terminar tirando a ese incompetente por la ventana. El chico palidece.

-¿Cuál es tu nombre?

-Ja-Jason, señor.

-Jason.- repito, tiene el nombre de mi hermano, pero no su astucia.- ¿Eres nuevo?

-Trabajo para usted desde hace ocho meses.

-Ocho meses y solo te llego a notar cuando una pésima idea se te ocurre.

FRÁGIL LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora