CAPITULO ONCE (11)

30 2 1
                                    


Desde que era pequeño siempre pensé que las estrellas eran aburridas, mis hermanos llevaban chicas a ver las estrellas con el solo propósito de besarlas o tocarlas un poco, las chicas caían claro esta ante sus encantos y largas charlas sobre lo hermosas que eran las estrellas a igual que ellas.

Por mi parte se me hacia realmente estúpido que las estrellas proporcionaran besos o toqueteos, a ellos les funcionaba y yo ni siquiera lo intentaba.

Esta noche por muy aburridas que me parecieran tiempo atrás, solo en ellas encuentro paz. Llevo varias horas en el patio de mi casa acostado frente a la piscina con la misma ropa de oficina viendo directamente al cielo sin ningún pensamiento en particular. Solo las aburridas estrellas lograron que mi desastrosa mente tuviera tranquilidad un par de horas.

-Theo, deberías entrar, comienza a hacer frio y es tarde.- dice nana desde la sala con voz suave. Estamos un poco lejos pero el silencio es suficiente para escucharla perfectamente.

Miro el reloj en mi muñeca y compruebo que es tarde. Pasan las diez de la noche y Rosalie sigue dormida. Me levanto con un leve dolor de espalda por la misma posición y entro a casa, la cálida temperatura me golpea y es ahí donde descubro que mis brazos y cara están fríos.

-Deberías darte una ducha.

Asiento pero me dejo caer en el sofá al tiempo que froto mi cara con ambas manos.

Estoy irritado sin saber por qué. Hubiera sido mejor congelarme afuera viendo las estúpidas y aburridas estrellas.

Siento el peso de nana a mi lado en el sofá. Toma mi cabeza y la pone sobre sus piernas acariciando mi cabello con sus manos justo como cuando era niño.

-Tengo miedo.- acepto.

-¿A que le temes?

-Su reacción. No quiero que despierte y se vaya pensando como siempre lo hace. Estuvimos un mes sin contacto por algo como esto, porque quiero protegerla y porque ella es tan orgullosa como para dejarme.

Nana lo piensa unos segundos antes de contestar.

-Después de esto creo que dejara que la ayudes cariño.

Pienso en una respuesta hasta que escucho unos pasos detenerse justo detrás de nosotros. Levanto la cabeza para ver a Rosalie de pie frente a nosotros con la bandeja de comida entre sus manos. Había olvidado bajarla.

Quiero acercarme pero nana se me adelanta y se pone frente a ella tomando la bandeja de sus manos.

-¿Cómo te sientes linda?- pregunta.

-Mejor, muchas gracias.- susurra ella.

Su mirada esta clavada en el suelo con vergüenza. Nana se aleja en dirección a la cocina, yo aprovecho y me acerco a ella.

-¿Dormiste bien?

-Mas que bien.

No me mira, así que con cuidado levanto su mandíbula. Rosalie es tan pequeña que su cabeza debe echarse bastante hacia atrás para poder mirarme a los ojos.

Tal vez yo soy demasiado alto. Nos miramos sin saber muy bien que decir hasta que ella aparta la mirada.

-Debería irme, es tarde.

-Deberías quedarte, es tarde.

No quiero dejarla ir, no después de esta tarde. Quiero tenerla conmigo todo el tiempo del mundo sin importar nada.

Ella nerviosa mira en dirección a la cocina luego me mira de nuevo y esta vez es capaz de verme directamente. En sus ojos veo duda sobre quedarse o irse, pero la respuesta es clara. Ella se quedara conmigo.

FRÁGIL LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora