CAPITULO TRES (3)

26 2 0
                                    


Durante dos semanas pase todos los días por aquel semáforo donde Rosalie le hacía publicidad a esa pizzería en la cual almorzaba ahora también. Por suerte allí también preparaban platos normales solo así logre comer gustosamente pues la sazón era realmente deliciosa.

Los veía y saludaba siempre, a ella la miraba solo un poco más. De vez en cuando me descubría observándola pero no parecía molestarle. De vez en cuando intercambiábamos palabras cordiales como "¿Como esta hoy?" puedo decir que incluso los chicos ya se habían acostumbrado a mi presencia diaria.

Era domingo y como de costumbre mis hermanos y yo estábamos invitados a pasar la mayoría del día con nuestros padres. Plan que no nos molestaba en lo absoluto a menos que alguno tuviera planes con alguna chica. De ser así no teníamos de otra que cancelarlo. Los domingos eran sagrados para nuestra madre y solo una vez mi hermano Jason, el menor de todos tuvo la valentía de faltar. Mamá no le hablo ni lo dejo entrar a casa en los siguientes tres domingos.

Entre a casa de mis padres con un pastel de chocolate que compre en la panadería favorita de mi padre. Llego a la sala y veo a uno de mis hermanos.

-Grandulón ¿Cómo estás?- pregunta Nick el hermano de en medio, tiene veinticuatro.

-Mejor que tu por lo que veo.- comento viendo sus ojeras-. ¿Elizabeth aun no te contesta las llamadas?

-Ni llamadas ni mensajes ni señales de humo ¡Nada! ¿Hasta cuando una mujer puede estar enojada?

-Depende.- dice llegando Jason, el menor de veintidós años.- Si no notaste su nuevo corte de cabello de dos a tres días, si olvidaste una fecha especial de cinco a seis días, pero si encontró una conversación comprometedora con otra, con suerte y te escupirá cuando te vea por la calle.- me mira-. Hola hermanote.

Me acerco y lo saludo, cuando estamos mirándonos ambos comenzamos a reír por la cara de espanto que tiene nuestro hermano.

-Lo que tienes que hacer es decir que fuiste un imbécil. Eso siempre funciona aunque la culpa no sea tuya. Pero como en este caso si fue tu culpa dile eso una diez veces con un ramo de flores en tu mano.

-Ustedes son unos idiotas.

-Suerte que Theo y yo estamos felizmente solteros.

Asiento con la cabeza pero en mi mente la imagen de Rosalie me hace querer estar con ella.

Nuestros padres nos saludan y almorzamos juntos contando cómo fue nuestra semana. A media tarde comemos el pastel que traje llevándose papá la mitad para él solo, acto que ya todos estamos acostumbrados pero no nos hace mucha gracia.

-¿En serio viejo? ¡Siempre es lo mismo! Te comes la mitad del pastel y a nosotros nos toca de a un solo pedazo.

Papá se acerca a él y le da un golpe en la cabeza.

-Cuida tu forma de referirte a mí.

Jason se soba la cabeza y se cruza de brazos mientras nos mira.

-Si nos reveláramos tendríamos más pastel.

-Por favor Jason, tienes veintidós años y un trabajo bastante bueno como para poder comprarte todos los pasteles que quieras y comértelos tu solo.- le dice mamá.

-¡Esto es culpa de Theo!-. Me señala.

-¿Mía?- pregunto ajeno a la pelea pues no había opinado nada.

-¡Sí! Deja de traer ese endemoniado pastel que siempre nos hace discutir.

-¿Ahora es mi culpa? Eres tú el hambriento que nunca está satisfecho.

FRÁGIL LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora