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chapter fourteen
"A MINOR INCONVENIENCE"
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Emilia había estado pensando.
Sabía que era peligroso, el acto de coser pensamientos juntos. Pero la idea que se formaba en su mente era decente, o al menos ella pensaba. Y, de nuevo, sabía que era un poco extraño y un poco fuera de lo azul, pero cuanto más lo pensaba, más la idea la calentaba.
Ropa y zapatos y joyas eran todas las cosas que realmente amaba, incluso si era una de esas cosas en las que no pensaba a menudo. No pensó mucho cuando encontró un vestido feo en una tienda de caridad y lo convirtió en una bonita falda. Ella realmente no pensaba en ello, era sólo una de esas cosas que disfrutaba y encontraba emocionante sin abordarla apropiadamente.
Pero ahora, ella quería abordarlo. Había estado pensando en ello un poco en los últimos días, y sabía que no había mucho tiempo para hacer que algo saliera ni para decidir nada masivo, pero era un punto de partida.
La casa de moda de Marisol Salvatore cerró en 1951, el mismo día en que murió. Nadie estaba interesado en mantenerlo en marcha, y en ese momento, fue objeto de críticas por estar afiliada con Grindelwald, ya que el marido de Marisol una vez ayudó al hombre. Estaba también el problema con el uso de la piel de los animales, pero que no era mucho problema en el momento. Todavía no lo es realmente, pero la idea de usarlo asustó a Emilia, personalmente.
¿Tal vez podría volver a abrirla? ¿Tal vez podría morder la bala y pedirle a su tío algún consejo de negocios? Ha estado ayudando con ese otro negocio en los últimos años. Y, en realidad, Emilia sabía lo suficiente de todos modos, y afirmó que era lo que era — un renacimiento de una casa de moda que una vez fue controversista y no le gustaba, pero ya no era así — ella sentía que podría, eventualmente, tener algo de éxito.
No lo sabía. Pero, le gustaba pensar en ello. Se sentía bien. Se sentía genial.
* * *
—No creo que le duela tanto como lo haría normalmente, pero sigue siendo bastante doloroso —dijo Emilia, el libro de hechizos estaba sentado junto a ella en el suelo en el baño de prefectos. Tanto ella como Sirius no debían estar allí, ya que ni ninguno era prefecto, pero o bien se metían en éste, o utilizaban el baño de Myrtle la Llorona y, aunque Emilia pensó que debía ser encantadora una vez que la conocías, Em pensó que Myrtle era un poco molesta.
No, un poco no. Mucho.
Sirius frunció el ceño.
—¿Dónde está la diversión? —preguntó. Levantó una ceja y él le devolvió la sonrisa—. Es una broma. No te pierdes mucho. ¿Pero es lo mismo que ir a uno de esos lugares muggles?
