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chapter sixteen
"CHILD OF CAPULET"
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La sala común de Hufflepuff tenía un tinte naranja esa noche, cuando Emilia salió de su dormitorio, pasó junto a las plantas dormidas, para sentarse junto a la chimenea. En general, las salas comunes de la escuela parecían no haberse actualizado considerablemente desde que la escuela se abrió por primera vez, cuando Henry VII estaba en su segunda esposa o algo así. A veces, los sofás tenían hechizos lanzados sobre ellos para evitar el desgarramiento de la tela, y los registros se habían cambiado para adaptarse a los tiempos actuales (que era algo — se había adquirido un gramófono), pero aparte de eso, la sala común probablemente no se veía diferente en cuanto al primer lote de Hufflepuffs que la usaron.
Emilia giró los pulgares mientras esperaba. Ni siquiera era la una de la madrugada, por lo que se sorprendió de que nadie siguiera persistiendo, volviendo a bajar escaleras para tener un poco más de espacio para terminar la tarea. Pero ella no se quejaba. No sabía cómo reaccionaría su padrino, si alguien escuchara algo, aunque no fuera importante.
Sorprendentemente, sin embargo, todavía no tenía miedo de él. Para ella, él seguía siendo sólo su padrino, sólo su tío, sólo el hombre que la llevó a ella y a sus hermanos cuando su madre no quería tener nada que ver con ellos. Siempre le había asustado un poco, pero supuso que eso era debido a sus hermanos y la forma en que estaban asustados de él. Pero, ahora, ella sabía que él no era una persona agradable. Ella sabía lo que él felizmente haría para mantenerse a sí mismo y a su familia. Y, sinceramente, pensó que era terrible, muy horrible, y que deseaba no poder tener nada que ver con él, pero por ahora, tenía que hacerlo.
Así que se sentó y esperó. Fueron unos minutos más hasta que las brasas en el fuego se transformaron y la cara de su padrino apareció. Ella enderezó su postura, y trató de parecer menos irritada porque (a) tenía que hablar con él y (b) estaba perdiendo el sueño. Para esto.
—Emilia Elodie —dijo Capulet. Em forzó una sonrisa. Tenía que ser linda todavía, no podía hacer lo que quería y se negaba a hablar con ellos. ¡No podía evitarlo! Se sentía mal, pero no quería ser parte de su familia. Sabía que siempre tendría el apellido maldiciéndola con el legado que llevaba, pero ahora, sentía que era mejor que ella los dejara. Todavía podía abrir la casa de moda, todavía podía hacer todo lo que ella quería.
¡Y ella sabía que sus amigas estarían más que felices de ayudarla! Sus amigas estarían más que felices si ella daba la vuelta y les pedía que se quedaran en una de sus casas. Em sabía que sus amigas odiaban a su familia. Y, en realidad, siempre y cuando ella tuviera sus mejores amigas, su familia elegida, no necesitaba una con la que compartiera sangre.
