Esta noche, mientras estés conmigo,
quiero abusar de ti, de tu compañía.
Tal vez mañana no estarás aquí, y,
tal vez mañana no me quieras más.
Tú, mujer de hiedra, experta en sortilegios,
atrápame entre tus ramas y adhiéreme a ti para siempre.
Yo amo la espiga de tu cuerpo. Perfección vuelta mujer.
Envenename con tu negra lengua.
¡Oh, muslos de hierba, umbral de los hombres,
tumba del líquido diáfano creador de la vida!
¡Oh, corazón de espinas, donde he derramado mi sangre tantas veces!
Mis ayes no bastan en un tálamo compartido, pues mi vida duele.
Y no cesa...