Los días cálidos seguían gobernando, JinYoung dejaba que el sol de la mañana lo decore por unos segundos, a la vez que terminaba de prender los botones superiores de su camisa e intentaba marcar el número de Jaebum.
Había momentos en que pensar en él traía consigo escenas de hace unos meses en que pisó por primera vez su departamento y del cual no salió en tres días.
Si el creía que estar en los brazos de Jaebum era lo más reconfortante, estar en la cama abrazado a Jaebum era estar en el cielo, envuelto de su perfume y de sus besos, entre caricias y risas, entre manos que no se detienen por explorar, se encontró frente a un chico curioso que le encanta la idea de descubrir cada una de las expresiones del chico que le gusta, Im Jaebum no tiene control en situaciones como esas.
Park JinYoung con los labios rojos, la ropa corrida, el cabello desordenado y una erección que le gritaba por ser tocado y que él no sería capaz de no tocar, deseaba con entusiasmo que la habitación colapse de gemidos, que sea inundado por el amor que siente por JinYoung, que al despertar ambos que sonrían y sepa que todo va a continuar con ellos juntos por mucho tiempo.
JinYoung no lograba decir palabra alguna, solo escapan de su boca incontrolables gemidos del cual Jaebum disfrutaba, sentía su abdomen cosquillear y esas cosquillas enloquecian listas para remolinar en todo su cuerpo, subir, bajar, nadar por cada centímetro de él, tanto placer ofrecido por cada estocada lleno de cariño y demostración de un determinado y sensual Im Jaebum, un Jaebum que no pude desviar la mirada del cuerpo delicado pero proporcionado, de un cuerpo totalmente marcado por él, del rostro más hermoso que puede apreciar y de la voz más preciosa que puede escuchar en su vida, su cadera ejercía un ritmo constante, fuerte que por momentos se suavizaron especialmente cuando no lograba aguantar las ganas de besarlo, porque con cada beso sentía que florecían dalias en su corazón, flores que nunca se marchitarán.
Luego del tercer tono un dormido Jaebum contestó, JinYoung sonrió de ternura, podía imaginar el aspecto que seguro llevaba encima, una muy tierna que le tentaba tanto estar en esa cama y regarle a besos, reteniendo una risita le avisó que iría a desayunar con él, que ansiaba verlo, que lo extrañaba, que ni bien pasara esa puerta le demostraría todo el amor que siente, ese día y todos los que faltaban, en lo posible por siempre, desde las mañanas es que cada uno preparaba lo que le gustaba al otro, compartir el hábito de Jaebum de ver el cielo desde el balcón, que cuando cocina ser acompañado por las anécdotas curiosas de Jaebum, de los sábados poner música y bailar lentos, de visitar aquel bar en donde se conocieron y brindar entre risas, de cantar sin límites cada que hacían una escapada de fin de semana, y sabía que faltaban mil cosas mal y no deseaba por nada en el mundo perderselo.
Fin.
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Amigo ocasional. BNior
FanfictionJaebum necesita contemplar el cielo para poder despistar de su mente a Park JinYoung.