Capítulo 2

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Mi niñez era algo llevadera, era algo con lo que podía lidiar sin importar lo que sucediera a pesar de tener tan pocos años. Las cosas se me fueron complicando cuando tenía entre 11 y 13 años. En apenas primer año de escuela, gracias a mi maldita inocencia, confesé ante mis compañeros la existencia de Itachi. Ahora con esta edad, he sido el blanco perfecto para burlas y cualquier tipo de bromas. No sé si prefería estar del todo solo, sin compañía de un ser físico... o estar padeciendo todo este tipo de cosas pero sentirme acompañado. No lo sabía, hasta que llegó ese día. El día en que empecé a formar mi verdadero carácter.

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Otro maldito inicio de semana, hace poco se habían cumplido ya más de 3 años en que cierto chiquillo sufría por las burlas de sus compañeros. En la escuela, al igual que en su casa, lo tachaban de mentiroso, y que todo lo que decía era simplemente para llamar la atención.

—Oye, Sasuke, ¿por qué no le dices a tu amigo imaginario que se nos aparezca? —aquel cometario fue el primero que escuchó apenas entró al salón de clases, las risas de un pequeño grupo de sus compañeros resonaron por el salón.

—Hmp... —su típica respuesta ante todo, ¿qué más podía hacer? Ya tenía un mejor control sobre Itachi, así que este se mantenía tranquilo.

—Digo, ya que según tú, él es tan pero TAN real...

—¿Qué no tienen mejores cosas que hacer? —puso su mochila con algo de violencia sobre su pupitre.

—¿Qué hay mejor que molestarte? Si me lo dices, quizá me detenga.

La profesora entró al salón, provocando un gran silencio entre todos los alumnos.

—Buenos días, espero que hayan tenido un lindo fin de semana.

—Yo sí, lo pasé con amigos de verdad, de carne y hueso. —dijo el mismo chiquillo de anterioridad.

Sasuke chasqueó la lengua, miró de reojo a su compañero en el pupitre de al lado. Cuántas veces no ha soñado con darle un gran susto, pero no, había mejores cosas que hacer.

La clase dio su inicio, miles de bolitas de papel chocaban contra su sien. Cada una con distintas cosas escritas, cosas para nada agradables. Sasuke ya ni se molestaba en abrirlos, sabía por los pensamientos de aquel niño lo que había escrito. Se podía decir que la paciencia era su mejor virtud, no cualquiera aguantaba durante tanto tiempo este tipo de cosas. Si había una sola palabra que lo molestaba, era "mentiroso", que le dijeran eso lo asqueaba de gran manera, lo odiaba. En su vida, nunca ha dicho una mentira.

Sasuke solo pedía una segunda persona que le creyera, ¿qué tanto podía costar eso? Su psicóloga le agrada, aquella muchacha de 25 años era su única amiga en esos momentos. Siempre, después de clases, iba a su consultorio para tener la cita de casi todos los días.

Su compañero de atrás iba preparando una bolita de papel, tenía intenciones de tirársela con saliva. De hecho, tenía un total de 5 sobre su cuaderno abierto. Antes de que tomara una, este se cerró con fuerza llamando la atención de los del salón, el niño solamente se asustó mientras que Sasuke disimulaba su sonrisa al bajar su mirada a las hojas blancas de su propio cuaderno. Era un poco de defensa, no dañaba a nadie, ¿no?

La clase se pasó terriblemente lenta, entre murmullos audibles para él y demás cosas, eso parecía no tener fin. Una vez la tan ansiada hora del almuerzo llegó, los alumnos salieron del salón dejando solamente a uno ahí. Sasuke soltó un suspiro, por fin podía tener un poco de paz a su alrededor.

—Sé que también te molesta. —dijo con voz baja sabiendo que no había nadie cerca. —Prefiero no hacer nada, no quiero meterme en problemas.

Devolviendo Tu Felicidad [NS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora