Capítulo 15

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Me desperté de golpe con el sonido del teléfono. Me froté los ojos y me levanté de la cama para ir a coger el teléfono. Cuando estaba a punto de salir de mi habitación, recordé que estaba en ropa interior y que Eric estaba en mi casa, así que corrí al armario a coger una camisa de rayas y bajé las escaleras al mismo tiempo que me ataba los botones.

—¿Si? —contesté la llamada aún con la voz de dormida.

—Hola hija. Siento que te haya despertado, pero estoy hasta arriba de trabajo y no llegaré a casa hasta la tarde.

—Vale, no te preocupes mamá.

—Tienes comida en el frigorífico y sino te haces una ensalada o pides una pizza.

—Muy bien.

—¿Tu hermano está despierto?

—¿Nick? Eh, si si. Digo, no. Está dormido, pero está en casa —Hablé rápidamente nerviosa.

—Pues claro que está en casa... —dijo confusa —¿dónde iba estar sino?

Reí nerviosa.

—Hasta luego mamá.

—Te quiero Bella —dijo antes de cortar la llamada.

Suspiré.

Tienes que aprender a mentir. Y a callarte la boca en vez de decir estupideces.

Aplícatelo.

Caminé a la cocina y aproveché el tiempo que necesitaba el café para estar listo para subir a la habitación de Nick y ver si estaba allí. Cuando abrí la puerta casi me choqué con su mejor amigo porque abrió la puerta al mismo tiempo que yo. Ambos reímos.

—Buenos días —me saludó con esa sonrisa divertida que tanto le catacteriza.

—Buenos días —sonreí por unos pocos segundos, después volví a ponerme seria —Nick no ha llegado ¿verdad?

Frunció los labios y negó lentamente con la cabeza. Suspiré agobiada.

—Pronto llegará ya lo verás... —colocó su mano en mi hombro.

Negué.

—Son las diez y media pasadas y aún no ha llegado. Desde ayer estás diciendo lo mismo. ¿Y si le ha pasado algo?

—Bella —me interrumpió y le miré a esos ojos azules que hacen que todo a nuestro alrededor desaparezca y parezca que solo estamos nosotros dos en el universo —. Estará bien. De verdad. Pronto aparecerá.

Me aseguró. Parecía muy seguro de su respuesta, así que asentí, aunque no estaba muy seguro.

Bajamos a la cocina y le serví el café que había dejado hacer anteriormente.

Desayunamos en silencio, ambos estábamos sumergido en nuestros pensamientos. Tal vez le debí haberla dicho a mamá que Nick aún no había llegado a casa, pero no la quería preocupar. Con cualquier tontería se altera.

—¿No lo vas a abrir? Puede que sea Nick.

La voz de Eric hizo que saliera de mis pensamientos y le mirara con el ceño fruncido.

—¿Qué?

—La puerta —la señaló —han llamado. ¿No vas a abrir?

Alcé las cejas sorprendida y me levanté de la silla para ir a abrirla.

—No lo había escuchado —le dije antes de que abriera la puerta.

—¡Hola! —exclamó y me abrazó.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora