La vida casi nunca es como uno lo espera, personas importantes entran y salen de tu vida sin ningún sentido, sin embargo, hay personas que entran, marcan tu existencia y se van, dejando un gran vacío, una gran desesperación, un gran dolor.
Era el tercer día desde que le había propuesto a Zabdiel, ir conmigo a Londres, desde entonces, el... ya no asiste a nuestra cita diaria a media noche.
Mi estúpido optimismo me dice que el llegara en algún momento, pero otra parte de mi me dice que en realidad Zabdiel tenía razón, había cosas que no sabía de él.
Seguí asistiendo, hasta el último día. Me gustaría saber algo de él, si está bien, o si al menos pensó mi propuesta, lamentablemente nada de eso importaría después.
[Nos vemos en el aeropuerto a las 2 A.M.]
- Joel.
[Nos veremos a las 2 A.M.]
-_ _ _ _.
Así es, aquí estoy yo, en mi banca de media noche, esperando un Zabdiel que quizá nunca aparecerá. Levante la rodadura de la maleta y me fui a la avenida principal, tome un taxi y desde la ventana, eche un último vistazo a aquella banca vacía.
- UN AÑO DESPUES –
Guardia: Señorita, lo siento no puede entrar.
_ _ _: ¿Nunca le han dicho que no interfiera en el camino de una mujer realmente molesta? – Lo mire con una rabieta.
El solo me miro confundido y me dejo entrar a los vestidores del Gym, sin importarme cuantos chicos desnudos había frente a mí, tome uno con toalla en la cintura y lo arrincone hacia los casilleros.
_ _ _: ¿Dónde está su cobarde jefe? – El chico asustado o confundido señalo hacia las duchas.
Lo solté y lo dejé seguir con su actividad, el vapor salía bastante denso, tan denso que no me dejaba verle los pies del chico desnudo que estaba de espaldas frente a mí, pero sabía que era él. Camine directamente hasta donde estaba esa espalda ancha y de un jalón lo voltee para quedar frente a frente.
_ _ _: Eres un cobarde. – Dije soltando una cachetada bastante seca.