Soberbia

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Especificaciones para este OS:

La edad de Murdoc es de 32 y de Stuart 20.


S O B E R B I A

 Exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás.

POV'S Murdoc

— ¿En serio?

— ¿Qué? Lo debes de cumplir.

— Pero yo no te lo puse tan feo.

— Ay por Dios, solo va hacer un ratito.

— Agh como sea, no lo voy hacer.

¿Por qué siempre me tenía que meter en líos como este? ¿A caso era estúpido? El reto era simple, meterme con el tipo de cabello azul y haber que pasaba después. Si lo lograba llevarlo a la cama, ganaba. Si me mandaba a la mierda, perdía. Simple.

No era que no tuviera ganas, pero él no estaba a mí nivel. Quiero decir, sí era atractivo, pero no es como me cueste con cualquier persona que vea por allí en la calle. Nadie merece al Dios de Niccals.

— No le veo ningún inconveniente en hacer eso.

— Claro que lo hay, es hombre.

— Oh vamos, no es nada del otro mundo para ti—¿por qué no se calla ese maldito gordo? Yo solo quería venir por unos tragos.

— ¿Y por qué no una mujer? Son más fáciles de conseguir.

— Ok, dame los 50 dólares.

— En tus sueños.

— Yo he cumplido tus malditos retos, el dinero.

— Maldición, ya. Lo haré.

Murdoc, ¿qué mierda vas hacer? Sólo le hubieras el dinero y se acababa todo. No,no,no. No permitiría perder esos 50 dólares.

Me dirigí a la barra donde él se hallaba sentado. No había nadie a su lado. Tal vez iba a ahogar sus penas en alcohol, típico de un universitario. Y yo como un joven adulto sin nada que hacer jugando con sus amigos borrachos ricos a jugar verdad o reto. Patético.

— Hola, ¿por qué tan sólo?

— Eh, ¿te conozco?—solté una risa jocosa.

— No, pero lo haremos. ¿Cómo te llamas?

— ¿Por qué te interesaría eso?

— Difícil, eh?—este tipo sí que era serio— Mesero, dos Martini's por favor.

— Stuart, ¿tú?

— Murdoc—sonreí, había que inspirar confianza y amabilidad si querías conseguir una noche ''loca''—. Nunca te había visto por aquí.

— Tal vez porque nunca había venido.

— Aquí están sus bebidas Niccals—dijo el mesero, ya me conocía. Era muy buen cliente.

— Gracias. Cuéntame un poco de tu vida, Stuart—comencé a beber.

— ¿Te debería de interesar?

— Por algo pregunte, sunshine.

— Sabes, es raro que un extraño te empiece a hablar.

— Para mí no. ¿Es tu primera vez en un bar?

— No, tercera.

— ¿Acostumbrado al alcohol?

— Un poco.

— Ya veo, ¿qué estudias?—tomé mi segunda copa.

— Pensé que esa era para mí.

— Convenenciero. Responde a la pregunta.

— Y tú arrogante, genial.

— La pregunta.

— Música.

— ¡JA! Te vas a morir de hambre.

— Agh, ¿tú, trabajas o qué?

— Soy doctor—sonreí jocosamente—. Cuando quieras puedes ir a mi consultorio—guiñe el ojo.

— ¿Para matarme?

— Para lo que tú quieras sunshine.

— Muy bien, sé porque camino vas. No soy bisexual ni homosexual.

— Gracias por la información que no quería saber.

— ¿Qué?

— Digo, yo nunca insinué que quería tener algo contigo.

— Claro que sí, se ve en tu cara—reí ante su comentario.

— O es lo que tú quieres ver, cariño.

— Oh, ya es hora de irme. Lo siento por arruinar tu noche pero así son las cosas—se levantó de su asiento. Empezó a ponerse su chamarra de cuero.

— Déjame acompañarte a la puerta querido—demonios. Le hablé al mesero con la mano—. Agrégame a la cuenta los dos Martini's y lo que tomo el muchacho.

— No necesito guardaespaldas, pero gracias lo de la cuenta.

— De nada.

Era un tipo agradable, lo único que fallaba es que era muy reservado. Un punto clave. Lo acompañé a la puerta de salida, ese era el momento perfecto para tirar mi jugada.

— Llegamos, ¿por dónde vives?

— ¿Me vas a secuestrar?—la gente cada vez era más desconfiada. Si fuera mujer ya habría caído.

— No si tú lo deseas.

— Mejo cállate y vete.

— Oblígame.

— ¿Te obligo?—acercándose cada vez más hacia mí, haciéndome que chocara contra la pared. Me miró fijamente, tratando de intimidarme. Cosa que no lo logró. Aunque era unos centímetros mayor que yo, yo era mucho mejor que esa cosa.

— A besos.

— ¿Qué?—esto hizo que se alejara de mí.

— Vamos, sólo estoy bromeando... ¿O no?

— Vete a la mierda—lo tomé del cuello de su chamarra y lo puse contra la pared.

— Mira hijo de tu perra madre, yo sólo estoy aquí contigo por una tonta apuesta, no te creas el importan...—¿qué? ¿qué mierda? ¿primero me rechaza y luego me besa? La verdad es que besaba bien. Lo solté del cuello y lo tomé de la cintura, mientras que él me tomaba de la nuca.

Bajé una de mis manos hasta sus muslos, sabía que él deseaba lo mismo que yo. Pero por alguna razón paró.

— ¿Qué haces?—le dije.

— Lo siento, mañana tengo recital y tengo... novia.

— Aún mejor—sonreí. Las relaciones secretas eran perfectas, siempre esa adrenalina de tener cuidado de que no te vean los demás. O lo que llaman la mayoría de personas, ''amantes''.

— No lo entiendes.

— Claro que lo entiendo. ¿Cuándo estás libre? ¿Este domingo?

— El domingo a la misma hora, aquí mismo.

— Te esperare hermoso.

— Ten mi número—sacó una tarjeta de su billetera y me la dio. La recibí gustosamente.

— Suerte mañana.

En realidad no iba a asistir a ningún recital, ni lo iba a llamar, ni iba a ir el domingo a la ''cita''.  Tenía cosas más importantes que él. Tal vez si no salía todo bien en la semana iba a verlo el domingo, pero no lo creo, todo me sale bien.

Palabras: 929


7 pecados capitales [2doc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora