II. Agridulce Placer

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Le sonreí pesadamente y recosté la cabeza contra la almohada. Teníamos los pies enredados debajo de las sábanas y los cuerpos muy pegados, sin espacios entre ellos, como si fuéramos uno solo. Sus manos se deslizaron por mi cintura hasta rodearme por completo.

—Jamás tuve un sexo tan bueno como este —. Volví a sonreírle, pero esta vez mi expresión no era del todo sincera.

Para mí era más que sólo sexo casual, mucho más. Mi cuerpo se liberaba de formas inexplicables cuando me entregaba a Hyuk. Como si me elevara en el aire y ya no pudiera bajar de ahí. La sensación permanecía dentro de mí por horas, floreciendo desde mi pecho y esparciéndose por el resto de mi cuerpo.

Pero tenía que callarlo, no podía arriesgarme a confesar lo que me pasaba, estaba aterrado de lo que él pudiera decir o hacer si supiera. Si decidía alejarse no podría perdonármelo jamás. Prefería fingir que mis intenciones eran meramente sexuales y superficiales, como un animal siguiendo el instinto.

Cerré los ojos y deseé que las cosas fueran diferentes, me costaba retener las palabras dulces dentro de la boca después de follar. Los 'te quiero'  luchaban por ser pronunciados en mi lengua y mi corazón pedía a gritos ser escuchado.

Un dedo acariciando mi labio inferior me hizo levantar los párpados, Hyuk me observaba divertido.

— ¿Recuerdas esa noche en que no parabas de abrir y cerrar la boca como un pequeño pez? — Asentí y una carcajada estalló desde mi garganta.

Jamás iba a olvidar la noche que lo cambió todo. La madrugada siguiente el pelirrojo extrañamente no había dedicado más que un par de sonrisas a algunas mujeres, aunque no le di demasiada importancia. Una vez que mi turno había terminado y estaba listo para volver a casa, él me había acorralado contra el famoso callejón para tomar mi brazo y guiarme sin intercambiar siquiera una palabra. Corrimos hasta mi departamento y tuvimos sexo toda la noche.

Desde ese momento, dos meses atrás, hicimos un pacto silencioso, en el que la mayor parte de las noches terminábamos luchando por quitarnos la ropa y desordenar la cama. Lo malo de esa decisión era la libertad de compromiso; cada uno podía seguir su vida normal sin darle ninguna explicación al otro. Más de una vez mi expresión relajada había sido totalmente falsa al ver que mi hombre se iba detrás de una mujer con curvas pronunciadas. No me quedaba otra opción que disimular y agradecer por al menos tenerlo a mi lado algunas ocasiones.

De todas formas sonreí porque recordar ese momento me llenaba de felicidad.

—Claro que lo recuerdo, quedé como un completo idiota.

—Voy a admitir que fue muy divertido. Sobre todo cuando casi corriste en la dirección opuesta para ocultar tu rostro. Una lástima, porque sonrojado eres una de las cosas más preciosas que he visto.

Giré mi rostro en su dirección y me quedé observándolo fijamente a los ojos, confundido. Se suponía que nuestra relación era únicamente acerca del deseo, pero luego Hyuk tenía pequeños detalles que me volvían loco. Me abrazaba después de tener sexo, me sonreía dulcemente y hasta decía cosas como esa.

Él seguía entretenido con mi labio así que utilicé la oportunidad y examiné su rostro cuidadosamente. Su belleza parecía incrementar a cada segundo. Las largas pestañas le acariciaban las mejillas cuando miraba hacia abajo, escondiendo ese hermoso color avellana de sus ojos. Tenía por costumbre mover un poco la nariz cuando le acariciaba el abdomen, y su boca se abría ligeramente cuando lamía su cuello. Llevaba casi un puto año queriendo saborear esos carnosos labios, morderlos hasta que sangren, grabar en mi mente su gusto. Pero él se había movido a un lado todas las veces que mi rostro se posaba cerca del suyo. Como si besarme fuera a matarlo.

[ EunHae ] Entre Sábanas y Amores Imposibles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora