ฅ^Parte cinco^ฅ

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      — ¿Qué está pasando por tu cabeza? —preguntó su madre en tono de fastidio, aún sin ser irritada.

      —Yo...

      —Así que decidiste desobedecerme —sus ojos expresaban todo—, ¿Que acaso no razonas? ¿Te hace falta inteligencia, Anthonie? Ese animal podría transmitirte muchas enfermedades, precisamente por eso ya te había dicho que no la quiero cerca de mí.

      —Lo sé, pero...

      —No quiero que vuelvas a entrarla a esta casa, de ser así me veré obligada a castigarte ¿Lo has entendido? La necesito fuera —el rostro de Anthonie imploraba que no fuese así, ella captó el mensaje, pero no quiso aceptar su petición—, ahora, Anthonie —ordenó con impotencia.

El chico dejó sus cosas en el sofá y se fue en dirección a la calle.

Emmy sólo le observaba desde su ángulo, el chico se veía normal, pensó que tal vez no le importaba tanto como ella pensaba.

Pero no era así, Anthonie pensó que su madre le había descubierto, pero aún no había descifrado dónde había estado ocultando a Emmy. Por lo que todavía podría volver a utilizar el lugar para refugiarla.

Siguió caminando hasta llegar a un parque, el más cercano a su punto de partida.

Se encontraba vacío, algo normal a esas horas del día.

Resopló manteniendo aquella idea en su cabeza, tenía que perfeccionarla, está vez su madre no debía saberlo, sería su última oportunidad para mantener oculta a Emmy.

Dejó lentamente a la minina sobre el pasto y se echó a su costado —No te preocupes —le tranquilizó—, no voy a dejarte aquí —Emmy sólo le observaba mientras le agradecía con la mirada, muy a su manera.

ฅ^•ﻌ•^ฅ


El pelaje de Emmy había sido un despertador muy suave para Anthonie, pero de nada servía la suavidad si se golpeaba la cabeza en un árbol al levantarse de prisa..

Miró su muñeca aún notando la ausencia de un reloj, mientras tocaba la parte afectada. Tomó a Emmy y se encaminó hacia su casa, antes de que su madre le regañara.

Analizó la situación antes de llegar a ella, pero no fue nada difícil, todo lo contrario. Su madre no estaba a la vista así que se apresuró a llevar a Emmy hasta su habitación.

      —Te pido, por favor Emmy, quédate aquí. No quiero tener que echarte a la calle —decía mientras acariciaba su pequeña cabeza.

No necesitaba pensarlo, Emily no cometería ese error nuevamente. Observaba atentamente al joven mientras este le daba indicaciones. Había empezado admirarlo cuando lo tenía cerca, le reconfortaba saber que, al menos, alguien se interesaba por ella. Aunque no de la forma en que ella empezaba a verlo.

Anthonie escuchó los pasos a la vez que la voz de su madre, salió de inmediato para no atraer su atención hasta el dormitorio.

      —Espero, Anthonie, que no vuelvas a desobedecerme —él asintió—, y supongo que la dejaste lejos de aquí, porque te tardaste más de una hora en volver a casa, aún cuando estás castigado.

Fue cuando el chico reaccionó, ¿"Castigado"? Desde luego tenía todo el derecho de hacerlo, pero no ahora, no cuando tenía planeado sacar a Emmy de su prisión, de las paredes de su habitación donde probablemente no le agrade permanecer. Necesitaba darle aire libre. Y estando castigado, no se lo podía proporcionar.

      — ¿Por qué estoy castigado?

      — ¿Necesito responderte? —cruzó los brazos.

Claro que sabía la respuesta.

      —No

      —Bien. No vuelvas a traer otro animal a esta casa ¿Entendido? Será mucho peor que un simple castigo la próxima vez.

      —Sí, mamá

Asintió, seguido de retirarse, dejando al chico a solas. Envuelto en sus pensamientos.

No podía entender a su madre, nunca lo haría, y el sentimiento parecía ser recíproco. No sabía cómo ella no podía sentir ni un ápice de remordimiento al abandonar a Emmy así.

Esta última vez Anthonie tenía que pensarlo muy bien, no podía existir error alguno en sus planes, si su madre lo descubría otra vez se encargaría ella misma de echarla. No habrían más oportunidades.

Pero aún quería dejar que Emmy fuese libre a su manera. Así que quizás la dejaría salir sin compañía.

La intrépida gata que se enamoró Donde viven las historias. Descúbrelo ahora