ฅ^Parte uno^ฅ

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Y así, la joven bruja fue enviada al reino humano con una única misión, Adonis había sido puesta en entrenamiento y la única regla era jamás revelar su propósito sino hasta haberlo cumplido.

Para ello debía usar una estrategia, la que ella eligiera, pero debía ser efectiva. No importa el tiempo que le llevase, tenía que lograrlo. 

Ahora, necesitaba descubrir por qué su objetivo no obedecía sus palabras. «¿Por qué tuvo que ser ella?» se preguntaba mientras observaba como Emmy se negaba una y otra vez luego de haberse quedado estática por haber sentido la presencia de un ser mágico ingresar por su ventana.

¿Por qué una bruja le estaba pidiendo tonterías? Pero, la gran pregunta es ¿Por qué había una bruja en su habitación? ¿Acaso se estaba volviendo loca? ¿Era real lo que sus ojos estaban visualizando o es que simplemente empezaba a alucinar por cansancio?

Adonis se había cansado ya de esperar, le pidió las cosas a la chica por última vez, perdiendo su tolerancia de a poco— Estás loca, déjame en paz, vete volando y déjame estudiar con tranquilidad —fueron las palabras de Emmy, las últimas palabras como humana para ser exactos.

La bruja, cansada de insistirle a una «tonta humana» como ella le llamaba, decidió imponerle un castigo, un hechizo que nadie quitaría mas que ella— Cortaste mi paciencia, minina —dijo con semblante impasible..

¿Por qué razón le llamaría así? «¿Es que no sabe que detesto los gatos?» pensó, sin embargo Adonis lo sabía muy bien. Y ese sería su blanco perfecto.

Con solo pensarlo le sugirió mentalmente transformarse en aquel animal tan odioso para la chica. Emmy no pudo evitarlo, no había manera, era imposible.

Orejas puntiagudas brotaron de la parte superior de su cabeza, una cola larga y finalmente su pelaje negro empezó a relucirse.
De pronto, la estudiante se encontraba en el piso, en cuatro patas, las cuales eran pequeñas y extrañas para ella.

      — ¿Qué has hecho? —preguntó; ahora en su forma felina.

      —Te lo advertí, y lo único que hiciste fue burlarte, ahí tienes, como castigo por haber agotado mi tolerancia, poco me importa los cargos que lleve en el reino mágico, mientras tengas tu castigo me siento satisfecha —colocó un lazo violeta en su cabeza y un collar con el apelativo de su nombre, al rededor de su cuello—. Estos obsequios jamás te los podrás quitar, tus pequeñas garras no los lograrán alcanzar, los colocaré para poder diferenciarte de todas las otras —dicho esto salió por donde vino, dejando atónita a la muchacha que había dejado su forma humana, quizá por siempre.

Sin saber que hacer pidió ayuda, fue grande la sorpresa que se llevó al ver a su madre ingresar a su recámara con una vara para poder ahuyentarla. Ya que, como ella, no soportaba tener a un gato cerca.

Intentó comunicarse de todas las formas posibles, pero sus palabras eran convertidas en maullidos que le eran imposibles para una persona poder entenderlos.

No le quedó otra opción más que correr de las amenazas, su madre la siguió por toda la casa hasta lograr que Emmy saliera por la ventana, afortunadamente, sin rasguño alguno.

¿Qué haría ahora? ¿Por qué la bruja le había hecho esto? Definitivamente nunca lo sabría.

Se posicionó bajo un arbusto esperando a que esta solo sea una pesadilla, pero la desilusión fue evidente al notar que no era así.

Todo esto la entristecía a la vez que la hacía sentir impotente, ¿en verdad pasaría el resto de su vida de esa forma, arruinada por una tontería?

Trató mil formas de hacerse oír por los humanos, sin embargo todos los intentos daban el mismo resultado, el fracaso.

El sol había desaparecido al igual que las ganas de seguir insistiendo. Buscó un lugar entre los árboles, el más cálido, aunque "el más cálido" era igual de frío que cualquier otro al aire libre en realidad.
Emmy cerró los ojos, esperanzada en volver a aparecer en su reconfortante cama en cuanto despertara, sin brujas que la conviertan y sin madres que la persigan. Todo como solía ser precisamente esta mañana.

La intrépida gata que se enamoró Donde viven las historias. Descúbrelo ahora