Capítulo 1

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—¿Acabas de terminar? —Preguntó una voz en su oído, quitando uno de sus audífonos para hacerse notar.

Leo dio un respingo, dejando caer el bolso de trabajo entreabierto lo cual hizo que sus herramientas se desperdigaran por el suelo.

—¡Paul! —Exclamó entre sorprendido y sólo una pizca fastidiado mirando al moreno de ojos rubí sonreír con diversión.

—¡Por Umbra, Leo! Tienes que ver la cara que pusiste...

Arqueó una ceja lanzándole una mirada de fingido enfado mientras recogía sus instrumentos de trabajo y aseguraba bien en esta ocasión el cierre para evitar otro posible desastre. —¿Decías...?

—Te preguntaba si habías terminado tu turno, tarado. Quizás pudieras escuchar lo que los demás tienen para decir si, en vez de andar con esos cachivaches a todo volumen, te conectaras con la realidad de vez en cuando. —Murmuró Paul mientras tamborileaba los dedos sobre su bozal de metal que lo marcaba claramente como un Skar.

Leo suspiró mirando el suyo disimuladamente. Estaba sediento además de algo débil por la falta de nutrientes, pero hasta que no regresara a la oficina del intendente de sector y finalizara su jornada laboral, su jefe —o "dueño" como también le decían todos los Skarvi a aquellos que llevaban el control de los trabajadores/esclavos— no desactivaría el seguro del bozal, por lo que difícilmente podría reventar la bolsa de pirita sobre sus colmillos o dar algún sorbo si tenía la suerte de mantenerla fría antes de llegar a su hogar. Quizás inclusive pudiera conseguir algo comestible en el mercado, para calmar el hambre de su estómago. La comida "humana" era tan costosa y difícil de conseguir en Umbra...

—Terminé. Voy en camino a la oficina de sector para entregar los instrumentos y pedir mi paga junto a las dos horas de liberación de la "cadena" para ver si puedo beber algo y quizás encontrar alguna cosa que masticar. —No se molestó en explicar que sus audífonos y la música que reproducía en sus largas y abusivas jornadas laborales eran lo único que lo mantenía "cuerdo". Sabía que los demás de su clase no lo entenderían. Nunca lo habían hecho de todas formas.

Paul silbó bajo. —Ambicioso. Buena suerte con eso. Yo estuve ahorrando unas monedas para comprarle a Betina un par de bolsas de Sangre de Hierro. Está embarazada y la pirita y la Sangre de Barro no han sido suficiente últimamente... está débil, pero sabes que su dueño no permitirá que deje de laborar por ello. —Paul gruñó bajo enseñando los colmillos restringidos por las barras de acero. —Es un cabrón insensible. Además, que vamos a necesitar reunir varias bolsas para cuando nazca el bebé.

Leo hizo una mueca. Paul y Betina no lo tenían nada fácil. En cualquier otro territorio de Umbra a las Skarvi embarazadas se les permitía el reposo y se les garantizaba alimentación con Sangre de Hierro durante los últimos dos trimestres de gestación y dos trimestres post parto, inclusive, si el resultado de la concepción era un Dempiro, se recibía regularmente Sangre de Hierro para la alimentación del infante y alguna que otra mejora en la calidad de vida de los progenitores. Después de todo, a un Dempiro se le permitía ser educado y trabajar en un nivel un poco más elevado que a un Skar.

Pero este era el Territorio de Hong.

El más clasista, elitista, esnob y discriminatorio de todos.

No había una peor mierda en Umbra, que ser un Skarvi perteneciente a Hong.

Leo lo sabía bien... y eso que sólo había sido castigado en una única ocasión.

Se estremeció recordando el filo del látigo...

—¿Leo?

Parpadeó y forzó una sonrisa. —Espero que todo les vaya bien y que Betina pase el parto sin problemas. Además, ojalá el bebé sea un Dempiro... ¿Quién sabe? Quizás las regulaciones cambien pronto... se dice que, en la última reunión del Congreso de Mando, la Triada Divina estaba exhortando al Rey de Hong a tomar medidas más humanitarias con los Skarvi...

El Borde de tu Dulzura -Leoji - [Umbraverse]Where stories live. Discover now